El municipio es uno de los privilegiados en la provincia al mantener en funcionamiento solo dos cajeros automáticos, pero con el alza de tarjetas magnéticas hay que pedir el último para realizar las operaciones
Por: Alexey Mompeller Lorenzo
Frente a los cajeros automáticos se persignan a diario los cabaiguanenses. Las únicas dos máquinas dispensadoras de efectivo, disponibles en el municipio durante casi una década, han sido el paño de lágrimas de quienes acuden a estas para logar extraer sus ingresos, realizar transferencias y efectuar la liquidación vía electrónica de algunos servicios.
“¿Quién es la última persona?”. Esa es la pregunta de rutina y alguien responde del lado de la acera contraria. La cotidianidad contrasta con la alerta de evitar las concentraciones ante la transmisión del coronavirus SARS-CoV-2. Aun así somos privilegiados porque en otros territorios de la provincia sueñan con estos dispositivos.
Autoridades del Banco Popular de Ahorro y el Banco de Crédito y Comercio, reconocen el alza en las cifras de tarjetas magnéticas conferidas a población. Entre ambas instancias financieras suman más de 52 600 las tarjetas otorgadas en las diferentes modalidades y el promedio de operaciones mensuales realizadas en estos equipos supera las 207 mil, cifra excedida en comparación con otras etapas.
Con el incremento salarial muchas entidades solicitaron el pago mediante esa alternativa. A partir de 2021 se multiplicaron las cuantías desembolsadas debido al aumento de precios y más beneficiarios se añadieron a la lista de espera de los cajeros automáticos.
En un altar hay que poner ambas máquinas expuestas al vandalismo, con baterías en cero y un etcétera de achaques contraproducentes con la tarea de país de impulsar el comercio y los pagos electrónicos.
Importados desde China, los dos cajeros automáticos que operan en Cabaiguán necesitan renovarse. Limitaciones con la disponibilidad de efectivo en horarios pico y la desconexión de la red simulan males que compiten con el diarismo. De no haber sido por el destino de aquellos dos dispositivos hacia La Sierpe, hoy la situación fuese otra.
Una tregua para estos dispositivos apunta a la explotación de las facilidades que ofrece el comercio electrónico, ignoradas por algunos usuarios.
Limitaciones aparte, ante las restricciones impuestas por el bloqueo del gobierno estadounidense a la isla y el alto costo de los cajeros en el mercado; más tarjetas magnéticas contra menos cajeros automáticos complejizan la ecuación y crece el saldo de insatisfacciones.
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