No trata la presente digresión sobre técnicas terapéuticas encaminadas a la evitación de los abortos ni de asistencia a parejas infértiles en sus intentos de concepción, ¡no! Sin embargo, sí versa sobre las formas legales que, en el ordenamiento jurídico cubano, vale decir, el Código de las Familias, propenden a la constitución de las familias, células fundamentales en cualquier sociedad, cuya secular composición, además de padres, madres o abuelos y abuelas, o cualquier otro pariente, se perpetúa y cohesiona con los hijos, escaño principalísimo en el nicho familiar
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Por: Arturo Arias Sánchez. (Licenciado en Derecho)
Obviamente, la impronta natural de la reproducción humana, ha devenido en la principal fuente de crecimiento de las familias, pero no ha sido la única: los ordenamientos jurídicos modernos, entre ellos el nacional, admiten otras que coadyuvan al crecimiento de las familias.
Helos aquí de una manera condensada: la procreación natural (¡atavismo insuperable entre los seres vivos!), la adopción, las técnicas de reproducción o concepción asistida y el reconocimiento judicial de vínculos socioafectivos, cada una de las cuales acrisola la institución de la filiación.
Echemos un vistazo a este último término.
Los vocablos filiación y filial (del latín fillius, hijo) responde a la dependencia natural de los hijos para con sus madres o progenitoras; su acepción en Derecho es por el estilo.
Las voces filiacióny relaciones paterno-filiales, muy empleadas en el derecho familiar, apuntan, por extensión, hacia la procedencia y correspondencia afectiva entre los hijos y las hijas y sus madres y padres.
Dos preceptos legales definen lapidariamente, en Cuba, lo antedicho.
El primero de ellos se halla en el artículo 83 de la Constitución de la República de Cuba (2019), donde se lee:
Todos los hijos tienen iguales derechos. Se prohíbe toda calificación sobre la naturaleza de la filiación. (…).
El segundo se encuentra en el artículo 48 del Código de las Familias, cuyo enunciado es:
Igualdad filiatoria. Las hijas y los hijos son iguales, disfrutan de idénticos derechos y tienen los mismos deberes con respecto a sus madres y padres, cualquiera sea el estado conyugal de estos y la fuente de su filiación.
De tal suerte, sentadas con tales bases legales, el ordenamiento jurídico cubano ha cerrado definitivamente el bochornoso capítulo sobre la calificación de los hijos como legítimos e ilegítimos o naturales, aberración filiatoria surgida en la época de los césares romanos, todavía presente en algunos países.
Adentrémonos aún más, en el Código de las Familias, escudriñando así, cómo puedo tener un hijo.
Su artículo 50 expone las fuentes de la filiación y sus tipos; así se pronuncia:
Fuentes y tipos de filiación. 1. La filiación puede tener lugar por:
a) La procreación natural, que da lugar a la filiación consanguínea;
b) el acto jurídico de la adopción, que da lugar a la filiación adoptiva;
c) la voluntad expresada para construir la maternidad o la paternidad de las personas comitentes a través del uso de cualquier técnica de reproducción asistida, que da lugar a la filiación asistida; y
d) el reconocimiento judicial de los vínculos filiales socioafectivos que se construyen a partir de la posesión de estado de hija o hijo respecto de madres y padres, que da lugar a la filiación socioafectiva.
2. La filiación incluye tanto los vínculos de procreación y progenitura como los vínculos sociales y afectivos que hacen que una persona ostente la condición de madre, padre, hija o hijo.
Con el apoyo de la preceptiva pertinente, esbozada más arriba, iniciemos un breve recorrido, sin ánimo doctrinario, sobre las diversas fuentes y tipos de filiación.
La filiación por procreación natural, es la más remota en la especie humana, aupada por las leyes naturales en el concierto de la evolución biológica, todavía aferrados a ella; no obstante, más cercana, si nos ceñimos al texto bíblico hebreo Génesis, del Antiguo Testamento, tenemos en Adán y Eva, los primigenios progenitores, concibiendo a sus míticos hijos Abel y Caín; pero abandonemos esta disquisición y leamos el artículo 60 del Código de las Familias, regulando el propio extremo.
Determinación. La filiación por procreación natural que da lugar a la filiación consanguínea se determina por el reconocimiento voluntario que hacen madres, padres o ambos con respecto a hijas e hijos, por las reglas del presente Código o por sentencia judicial dictada en proceso filiatorio.
El Capítulo II del Título IV, denominado De la Filiación, del Código de las Familias, desarrolla esta institución familiar.
Casi tan vieja como la anterior es la filiación por adopción, practicada sin rituales legales, por la comunidad primitiva, cuando una hembra adulta se hacía cargo de la prole abandonada, en razón de su madre muerta por cualquier causa; ceremonias exaltadas por el derecho romano cuando un sujeto de elevada alcurnia se hacía cargo de otro igual.
Sin tantos ribetes ceremoniales, pero con apego a la ley cubana, en este extremo se pronuncia el Código de las Familias en sus artículos 88 y 89, cuyo desarrollo encuentra toda una preceptiva a su favor en el propio texto normativo; así, dispone, en cuanto a fuente y finalidad de la adopción:
Fuente. La filiación adoptiva resulta del acto jurídico que la autoriza judicialmente previo cumplimiento de los requisitos que a tal efecto se establecen en este Código.
Finalidad. 1. La adopción es una institución jurídica de protección familiar y social, de orden público, en función del interés superior de niñas, niños y adolescentes.
2. Es, además, una forma de integración familiar que tiene por objeto garantizar su derecho a vivir en familia, asegurar su bienestar y desarrollo integral.
La adopción gana en preceptiva en el Código de las Familias a partir de su Capítulo III, intitulado De la Filiación Adoptiva, presente en el ya invocado Título IV De la Filiación, del propio texto legal.
El avance impetuoso de las ciencias biológicas y médicas ha permitido la concepción o reproducción asistida entre aquellas personas deseosas de procrear pero que la naturaleza, por una causa u otra, le niega el derecho a la perpetuación; bajo tal designio, surge la filiación asistida.
Los artículos 117 y 130 del Código de las Familias esbozan esta novedosa institución filiatoria, desarrollada en varias disposiciones normativas del propio texto u otras complementarias.
Fuente. 1. La filiación de las personas nacidas por técnicas de reproducción asistida resulta de la voluntad de procrear manifestada a través del consentimiento de quien o quienes intervienen en el proceso, llamadas comitentes, con independencia de quién haya aportado los gametos.
2. Cuando se trate de los gametos de las personas comitentes, rigen las mismas reglas para la determinación de la filiación por procreación natural.
Alcance. 1. La gestación solidaria favorece el ejercicio del derecho de toda persona a tener una familia y se sustenta en el respeto a la dignidad humana como valor supremo.
2. Solo tiene lugar:
a) Por motivos altruistas y de solidaridad humana;
b) entre personas unidas por vínculos familiares o afectivamente cercanos;
c) siempre que no se ponga en peligro la salud de quienes intervienen en el proceder médico; y
d) en beneficio de quien o quienes quieren asumir la maternidad o la paternidad y se ven impedidos de hacerlo por alguna causa médica que les imposibilite la gestación, o cuando se trate de hombres solos o parejas de hombres.
3. Se prohíbe cualquier tipo de remuneración, dádiva u otro beneficio, salvo la obligación legal de dar alimentos en favor del concebido y la compensación de los gastos que se generen por el embarazo y el parto.
4. En todos los casos se requiere autorización judicial.
El revolucionario modo de lograr la filiación con el apoyo de las ciencias, plasmado en el Código de las Familias, halla asiento legal en el contexto de su Capítulo IV, de igual nombre, en el multicitado Título IV De la Filiación, pero encuentra un complemento técnico-jurídico en la Resolución Número 1151 de 27 de octubre de 2022, del Ministerio de Salud Pública, denominada Reglamento de la reproducción asistida en seres humanos, norma que abunda en la organización y aplicación de dichas técnicas.
El sistema judicial cubano reconoce, de proceder, los vínculos filiales socioafectivos entre personas, construidos a partir de la posesión del estado de hija o hijo, respecto de madres y padres, deviniendo así, el ejercicio jurisdiccional en promotor de la filiación socioafectiva.
Puntos cardinales de orientación legal en este tipo de filiación, lo ofrecen los artículos 52 y 53 del Código de las Familias, en el Capítulo I Disposiciones Generales de su Título IV, De la Filiación, al explicitar que:
Prueba de la filiación. La filiación se prueba con la certificación expedida conforme al asiento de inscripción del nacimiento en el Registro del Estado Civil realizada de acuerdo con las disposiciones legales correspondientes.
Prueba de filiación por posesión de estado de hija o hijo. 1. Ante la falta de certificación expedida conforme al asiento de inscripción del nacimiento en el Registro del Estado Civil, puede acreditarse la filiación por la prueba, de carácter extraordinario y supletorio, de la posesión de estado de hija o hijo.
2. La posesión de estado no acredita por sí la filiación, pero permite presumir, de conjunto con otros medios de prueba, quiénes, por su intención y actuación, pueden ser considerados madres o padres.
3. Los hechos o circunstancias que evidencien la posesión de estado requieren de su reconocimiento judicial, y la sentencia dictada una vez inscripta en el Registro del Estado Civil es el título que sirve de prueba de la filiación y produce plenos efectos jurídicos.
No menos importante son las disposiciones contenidas en el artículo 59 del Código de las Familias, en torno a la filiación socioafectiva, cuyo redondeo logra al postular:
Multiparentalidad sobrevenida con motivo de la socioafectividad. 1. En el supuesto de multiparentalidad sobrevenida con motivo de la socioafectividad, apreciadas todas las circunstancias concurrentes y oído el parecer de la hija o el hijo menor de edad, de acuerdo con su madurez psicológica, capacidad y autonomía progresiva en los casos que corresponda, puede disponerse o no el reconocimiento de la filiación a favor de quienes lo han solicitado.
2. Las circunstancias a que se refiere el párrafo anterior se relacionan con la probada presencia de un vínculo socioafectivo familiar notorio y estable, con independencia de la existencia o no de un lazo biológico entre una persona y la hija o el hijo; con el comportamiento de quien como madre o padre legal ha cumplido meritoriamente los deberes que le competen en razón de la paternidad o maternidad social y familiarmente construida, y de quienes por su intención, voluntad y actuación se pueda presumir que son madres o padres.
3. Pueden, además, reclamar la multiparentalidad sobrevenida con motivo de la socioafectividad, la hija o el hijo y la fiscalía.
La legislación adjetiva o de trámites procesales, de aplicación en la promoción, por el o los interesados, en constituir la filiación socioafectiva, es la Ley Número 141 de 2021, Código de Procesos, algunos de cuyos preceptos se transcriben más abajo.
Artículo 20. En materia de familia, corresponde a los tribunales conocer de las demandas y los asuntos de jurisdicción voluntaria que se susciten por la aplicación de la legislación familiar.
Artículo 24. El Tribunal Municipal Popular conoce:
- (..).
2. En materia de familia, de las demandas y los asuntos de jurisdicción voluntaria que se susciten por la aplicación de la legislación familiar.
3.(…).
Artículo 25. El Tribunal Provincial Popular conoce:
- (…).
- En materia de familia, los recursos de apelación que se interpongan contra las resoluciones definitivas dictadas por el Tribunal Municipal Popular.
Artículo 26. El Tribunal Supremo Popular conoce de:
a) Los recursos de casación que se interpongan contra las resoluciones definitivas que se dicten por el Tribunal Provincial Popular en materia civil, familiar y mercantil, en los casos que proceda de acuerdo con lo dispuesto en este Código;
b) (…);
c) los procesos de revisión; (…).
Artículo 520.1. De las materias civil y familiar, se tramitan por el proceso ordinario:
(…);
f) los conflictos que se susciten por la aplicación de la legislación familiar, (…);
(…).
Concluyo invocando, una vez más, la prosa cervantina plasmada en su obra cumbre, en esta ocasión la juiciosa charla sostenida por Don Quijote con un personaje episódico, el hidalgo del Verde Gabán[1]:
Los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres, y así, se han de querer, o buenos o malos que sean, como se quieren las almas que nos dan vida; a los padres toca el encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad.
(…).
¡Toca a usted, lector u oyente, concebir a su hijo de acuerdo con lo dispuesto en el Código de las Familias cubano!
Y, una vez “nacido”, por una u otra vía, quererlo y encaminarlo por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grande, sea báculo de su vejez, digno ciudadano y gloria de su posteridad.
[1] Cervantes y Saavedra, Miguel: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Segunda Parte, Capítulo XVI. Imprenta Nacional de Cuba.
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