Por: Lillipsy Bello Cancio
Otra vez Cabaiguán vive un episodio de incertidumbre, desvelos de unos pocos por el bienestar de la mayoría y alertas constantes, incluso a los oídos más sordos; calles desiertas en la noche y niños cerrados, sin poder jugar, sin salir al parque, sin visitar las abuelitas; otra vez la COVID-19 se empeña en lacerarnos, en aislarnos, en demostrarnos que no somos ni tan poderosos, ni tan infalibles, ni tan superiores.
Lástima que nuestra arrogancia no nos permita ver más allá de nuestras propias narices; que nos creamos tan omnipotentes que ni el aviso de que podemos provocar la muerte de los más queridos, los más ancianos, los más débiles, detenga nuestra irresponsabilidad; que a pesar de los constantes cuestionamientos a “todo” por “casi todos”, no seamos consecuentes cuando nos toca actuar en correspondencia con la gravedad del asunto.
Cabaiguán sigue sumando enfermos, esta vez más jóvenes, con mayor cantidad de contactos, con más movilidad, con menos riesgos pero con más peligro para quienes los rodean; cadenas de contagios mucho más difíciles de cortar, áreas mucho más complejas a la hora de delimitar y restringir el movimiento de quienes las habitan, centros de aislamiento que ya no son suficientes y obligan a albergar cabaiguanenses en el Pedrero, Jatibonico y hasta en Mayajigua… ese es el panorama de este pedazo de Cuba.
Sobre el tema hemos vuelto una y otra vez, aunque no por ello podamos asegurar que nos cansaremos, que cejaremos en el empeño de despertar conciencias aún entretenidas, todavía somnolientas, increíblemente indolentes… y cada vez que pienso en las causas me asalta la misma duda: ¿será que la gratuidad de nuestro sistema sanitario, la incesante preocupación de los otros por la salud de cada cual o el excesivo matiz educativo de los organismos reguladores del orden, devienen, al final boomerang contra los resultados de tanto esfuerzo?
¿Problemas?: no faltan; ¿Escasez?: de casi todo; ¿Precios descaradamente altos?: es cierto, pero nada de eso, ¡NADA!, justifica que no usemos el nasobuco o no lo hagamos correctamente; que continuemos encimados unos y otros en cuanta cola sea necesario hacer, que andemos de casa en casa de todos los vecinos del barrio como si el virus creyera en edad, cariños o niveles profesionales.
Dos círculos infantiles y un establecimiento comercial hoy están cerrados en Cabaiguán; una anciana de 95 años no tiene idea de quién la infectó, una niña de siete tiene que sufrir los efectos de un tratamiento muy fuerte que provoca casi más trastornos que el propio SARS COV- 2… ¡y todavía hay quien piensa que no le va a tocar porque él “nunca se enferma”!
A quienes todavía creen que esto es bobería y que ¡total, el Gobierno garantiza todo! Y que lo “tienen” que curar, a quienes cuestionan por qué no se destinan más recursos a la agricultura, más dinero para arreglar lo que se nos está cayendo; más recursos a enderezar una economía que ha logrado resistir más de siete meses cerrada al mundo y bajo medidas cada vez más crueles de bloqueo, les ilustro apenas unos pocos números para que, como dijera Taladrid, saque usted sus propias conclusiones.
En la primera etapa, Cabaiguán tuvo 29 casos positivos autóctonos y dos importados, si el costo de cada uno ronda los dos mil 786 pesos, solamente aquí se invirtieron más de 86 mil 300 para curar esas personas (sin contar secuelas y tratamientos posteriores); si dichos casos generaron como promedio 15 contactos y cada uno implica la inversión de poco más de 433 pesos, a más de 188 mil 350 ascendió la cantidad de dinero puesta a disposición de su salud; a todo lo anterior sumémosle que 96 cabaiguaneses fueron considerados sospechosos y en este caso el costo asciende a 673 pesos… más de 64 mil 600 pesos fueron necesarios para tratarlos… SI SUMAMOS TODAS ESTAS CIFRAS… SOLO CABAIGUÁN NECESITÓ 339 MIL 258 PESOS QUE NO ESTABAN PREVISTOS PARA SANAR ESTAS PERSONAS.
¿Entonces?… no creo que sea necesario decir más, solo agregar: cuestionemos, sí… pero hagamos más, seamos más consecuentes, recapacitemos más (y sin tanto teque)…. PENSEMOS COMO PAÍS.