La Habana, 8 dic (Prensa Latina) La cultura cubana, en especial las artes plásticas, reverencian hoy en el aniversario 119 de su natalicio a quien fuera bautizado como el más universal de los pintores cubanos: Wifredo Lam.
Impulsor de la llamada cultura negra, Lam desarrolló una multifacética carrera en la propia disciplina, moviéndose con facilidad en la ilustración, el dibujo arquitectónico, la escultura, el mural, el grabado y la cerámica.
Para algunos analistas, el exponente del vanguardismo en la pintura fue dueño de una renovadora obra en la cual vinculó con versatilidad los elementos de origen africano y chino presentes en su nación natal.
El especialista José Manuel Noceda, afirma que hablar de Lam es también desandar las calles de La Habana, pues en esta ciudad creó muchas de sus obras, “observando la sociedad y la cultura insulares con su sensibilidad a flor de piel”.
Según el estudioso de arte contemporáneo del Caribe y Centroamérica, la década de 1940 del pasado siglo fue el período cubano del artista porque durante esta época desarrolló varias etapas, fases y series diversas que le llevaron a consolidar su poética y fraguar un buen segmento de sus obras maestras.
La jungla y La silla son dos de los cuadros al óleo emergidos de su maestría con pincel en mano y actualmente conservados por insignes entidades del arte: el Museo de Arte Moderno de Nueva York y el Museo Nacional de Bellas Artes, en Cuba y Estados Unidos, respectivamente.
Como muchos grandes, asegura Noceda, la historiografía del arte demoró en evaluar a Lam en su justa medida y tuvo que lidiar con el limbo periférico junto a muchos de sus contemporáneos latinoamericanos.
Sin embargo, repensarlo implica operar en una multidimensionalidad analítica, razón por la cual su horizonte creativo, obras, técnicas y procedimientos son objeto de estudios de muchos cultores de las artes pláticas en el mundo.
Al decir del investigador, es preciso sopesar a Lam más allá de él mismo, de su tiempo, en la órbita de los desmontajes críticos de entre siglos, de las tensiones entre tradición y contemporaneidad, modernidad-progreso y colonialidad.
Solo contadas voces, por igual iluminadas, dilucidan la impronta de su legado para el presente y el porvenir de la visualidad y el pensamiento cultural, aseguró.
En Cuba un centro ubicado en la plaza La Catedral, en la capital, conserva unas mil 250 obras de arte que conforman su colección permanente, rubricadas con el nombre del artista mestizo.
Precisamente, esta entidad es la organizadora de la Bienal de La Habana, el mayor evento de artes visuales de la isla, que celebra su edición 14 convertida en una plataforma de conocimiento y promoción, intercambio internacional y reflexión sobre el escenario artístico de la región.