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Dedicación Álvarez, la bordadora

Dedicación Álvarez Silva es una canaria que se aplatanó en Cabaiguán, la cual se dedicó durante mucho tiempo al arte del bordado

Dedicación
El arte del bordado siempre estuvo en primer orden para esta mujer.

Por: Daisy Pilar Martín Ciriano

Según las tradiciones canarias que perviven con fuerza en Cabaiguán, se encuentra el bordado. Esta costumbre de las islas fue traída en su corazón y en numerosas piezas que viajaron en baúles desde inicios de 1920, aproximadamente. Desde entonces la práctica y difusión comenzó, en los atardeceres de los campos y ciudades de Cuba, incluso, en las oscuras noches a la luz de un quinqué.

Una de estas grandes bordadoras que dejó su huella sobre telas y tapetes lo fue Dedicación Álvarez Silva. Emigrada desde Breña Alta, en La Palma.

Desde niña comenzó a aprender los secretos de la aguja cuando solo tenía 8 años. Por aquel entonces aprender a bordar era una obligación.

Tuvo que aprender a bordar y a tejer bajo la exigencia, y saber realizar la puntada justa, elegir el color preciso o el diseño más adecuado para cada pieza. La canarias nunca se permitían un desliz en el trabajo, por eso esta labor en sus manos, es patrimonio de buen gusta, delicadeza y precisión.

Al emigrar a Cuba con su familia en 1935, Dedicación trajo consigo gran cantidad de sus trabajos, incluyendo tapetes, sábanas y un cuadro del Ángel de la guarda, que hoy, aún conserva su familia. Aquí se casó con Juan Silva Felipe, un cubano, que incluso era pariente, pero se habían conocido en La Palma en uno de sus viajes.

Como toda mujer canaria, hizo su ajuar para el matrimonio y cuando llegaron los hijos, ya estaba confeccionada la canastilla con sus propias manos. Además a pesar de las faenas del hogar siempre buscaba un tiempo para el bordado. Los puntos que más practicaba era el realce, el matiz y el punto tallo, aunque sin dejar de realizar otros muchos muy bien ejecutados.

El matrimonio, establecido en la zona de Neiva, continuó su relación con otros isleños asentados en el lugar y ella siguió bordando y tejiendo. Luego enseñó a su hija Mirtha todo lo que sabía. Y luego la niña la ayudaba a cisnar los dibujos, también hacía ojales y ojetes.

 Cuando en 1965 cuando la familia se trasladó a vivir al poblado de Cabaiguán, Dedicación siguió bordando y enseñando a niñas que querían aprender.

Hoy, Dedicación no está junto a nosotros, sólo queda su hermoso cuadro del Ángel de la Guarda colgado sobre la cabecera de su cama, escoltado a ambos lados por las imágenes de la Virgen de las Nieves y la Virgen de la Caridad.  Además de muchos tapetes colocados en mesitas, vitrinas y mesas de noche, pero queda también su recuerdo y las enseñanzas que transmitió a sus hijas y familiares. También en el Museo Canario de la localidad, resalta a la vista del visitante, el bello mantel de lino, que bordado a realce y con jugosas frutas bordadas, trajo de su tierra esta gran bordadora.

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