Las dificultades con el abastecimiento de harina en Cuba se han agudizado en los últimos meses, señaló hace unos días un reportaje en el Noticiero Nacional de Televisión, cuestión esta que abordaron directivos de la Cadena Cubana del Pan y la Unidad Empresarial de Base Alimentaria Cabaiguán en el programa “Agenda Abierta” de esta planta radial
Por: Lillipsy Bello Cancio
Ante la incapacidad de la industria para suplir la demanda de pan, agudizada además por una obsolescencia tecnológica de sus hornos, la calidad de otras materias primas y las propias ineficiencias que tienen que ver con el ser humano, la insatisfacción en la población se incrementa también sin que algún antídoto le funcione a la escasez (o ausencia) de un producto de vital importancia en la dieta de los cubanos.
Por una parte, la actual crisis tiene sus raíces en el cerco económico impuesto por el bloqueo norteamericano, a lo cual se suma la lejanía desde donde se debe importar el trigo, el aumento de precios de la tonelada del producto y también del incremento de flete de los buques que lo transportan.
Los barcos, que tardan aproximadamente 15 días en llegar, cuestan al país aproximadamente 16 millones de pesos, mientras que la tonelada de trigo supera los 500 euros. Esto ha afectado el ciclo de pagos y solo ha sido posible garantizar dos de los tres barcos planificados.
Y todo esto la gente lo entiende… hasta cierto punto, porque para nadie es un secreto que existen un grupo de deficiencias que van más allá de las cuestiones objetivas aquí mencionadas: el desvío de recursos y su consecuente tráfico en el mercado negro, la manipulación del pan a la misma vez que el dinero en contraposición con lo establecido en las medidas higiénicas y los maltratos en la venta del mencionado producto son apenas algunas de las más frecuentes.
Es cierto que en medio de tanta precariedad el Estado y su correspondiente Ministerio protegen, la entrega del pan de la canasta básica, los círculos infantiles, los centros educacionales internos, los hospitales y las prisiones, razón de más entonces para proteger los recursos que tan caros y tan difíciles le resultan adquirir a aquel.
Y cuando esta comentarista se refiere a “proteger” no solo lo hace pensando en salvaguardar los recursos sino en el hecho de ponerle ese extra que necesitan los tiempos difíciles… como lo hicieron hace algunos días los muchachos de la “Sorí” a cuyo horno roto le encontraron una solución en poco más de día y medio a base de esa “resistencia creativa” a la que nos convoca la máxima dirección del país, y su población que asumió las razones por las que no recibirían su pan y desembolsó (allí donde se pudo claro, algún que otro ahorro para garantizar la merienda de los niños y el desayuno de los abuelos, aunque mamá y papá solo se echaran a la boca el buchito de café para irse a trabajar)… ahora solo queda saldar la deuda de aquel día con los usuarios.
Medular resulta también el respeto a las normas técnicas: si la harina de yuca que se utiliza como extensor no puede sustituir más del 5% de la harina de trigo… colocarle el 10 para salir a vender esta a esos pocos que tienen la liquidez suficiente para pagarla a cualquier precio es también un maltrato a los clientes… ¡y créanme que es muy fácil deducir cuando esto sucede! Pues el pueblo cubano si algo sabe es estar al tanto de lo que pasa en la panadería de Santa Lucía y comparar la calidad del pan que se labora en Guayos con la de Cabaiguán… ¡y hasta un poquito más allá! Lo del pan para el cubano… es harina de más de un costal… y si no, espere al lunes en el horario de la noche para que Pánfilo le ayude a dilucidar este complicado entuerto en el que se ha convertido, para todos, adquirir el pan nuestro de “cada día”.
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