Por: Ramón Osbel Díaz Mondeja
Guillermo Madrigal Téllez o «El Chino» como se le conoce en todo Cabaiguán, recuerda cuando con 8 años acompañaba a su madre a cobrar la manutención paternal al antiguo correo y allí contiguo a ese local se encontraban los colchones del judo y la lucha.
«El Chino», se quedaba hipnotizado con los niños y jóvenes que practicaban y el entrenador José Alberto Castro Soria (Pipirripi) terminó convenciendo a la madre, quien apoyó la carrera deportiva del niño.
Guillermo, se convirtió vertiginosamente en un destacado atleta y recuerda cuando » Pipirripi » le regaló su primer «Kimono» tras obtener la cinta naranja, sin cumplir sus 10 años de edad.
Éxitos tras éxitos en cuanta competencia se presentaba llegaron, gracias a su talento y voluntad hasta obtener la cinta negra, Primer Dan como miembro del equipo nacional de la «Dinamo Capitán San Luis».
Practicó además lucha libre, grecorromana, lucha zambo, el kido y la historia lo reconoce como fundador de la lucha Canaria en Cuba, siendo el segundo cubano que venció a un luchador canario en un combate de ese estilo.
Pero lo más sobresaliente de este aguerrido cabaiguanense ha sido que en tres ocasiones le ha ganado el combate a la muerte como un verdadero guerrero.
Primeramente sufrió durante una presentación de lucha Canaria fractura cervical de la 5ta y 6ta vértebra que le provocó la parálisis total del cuello, años más tarde siendo trabajador de la refinería Sergio Soto en Cabaiguán, sufrió un accidente laboral con la fractura de la tibia y el peroné de una de sus piernas, razón por la que estuvo tres años sosteniendo fijadores externos auxiliando sus movimientos gracias a muletas y bastón.
Su más reciente «combate» por la vida (diciembre 2019) lo realizó ante un infarto del miocardio que quiso derribar al emblemático judoca; pero nuevamente el ídolo del barrio El Jobo, le asestó una esquiva para salir airoso en su existencia.
Guillermo Madrigal en todo momento mantiene su amor por el deporte y prueba de ello es la práctica del softbol como miembro de la selección de la refinería, lugar donde labora, así como las enseñanzas a su hijo y nieto que son la razón de vida.
Hoy continúa ejercitando su cuerpo y mantiene una buena preparación física. «El chino Madrigal» será siempre la mezcla de explosividad deportiva con el carácter risueño que cada día lo acompaña.
A sus 55 años de edad lo sigo teniendo como aquel ídolo del barrio, lugar donde surgió y conquistó un espacio en la historia del judo y el deporte en Cabaiguán.