Por: Alexey Mompeller Lorenzo
Si se piensa en familia, póngale el cuño, el éxito de cualquier idea por sencilla que parezca supera las expectativas hasta de los mismos consanguíneos. Una década atrás, Tila no se opuso a la iniciativa y abuela al fin complació los caprichos de su nieto.
A Osbel Ramón Díaz se le subió lo de Mondeja. De aquella reunión improvisada entre congéneres para evocar al abuelo canario, desempolvar fotografías, tirarse un pasillo mientras los más afinados, micrófono en mano, entonaban un bolero o suspirar con la sazón de la anfitriona ha llovido muchísimo.
Como aguacates y mangos le han brotado a las ramas, más sillas se multiplicaron bajo la sombra de un techo verde. El patio dejó de pertenecerle a Tila y aunque en la propiedad de la casa constan los escasos metros cuadrados, a partir del 28 de enero del 2010 ella testó el espacio a los cabaiguanenses y a cuantos la visitaban.
Antes de irse a la gloria dejó en buenas manos su rincón preferido para conversar con las plantas y desde donde la sirena de la Refinería la pillaba dándole a la lengua con Yaya, la vecina de los altos.
Una vez abierto el pasillo, adentrarse en él es someterse a un examen de cubanía. Este proyecto sociocultural funciona como una academia en la que los visitantes reciben lecciones gratis de historia, literatura, artes y además de ejercitar los músculos de la memoria casi suben al podio junto a nuestros deportistas para ver de cerca sus triunfos.
En diez años las paredes convertidas en lienzos aún tientan la musa de Ramonín pero parte de esas creaciones eclécticas, verdaderos espejos de la cultura en los que se han mirado políticos, religiosos, héroes, incomprendidos y curiosos que atravesaron el océano para escuchar “La Guantanamera” se los debe al ingenio de quienes han contribuido a la extensión del patio.
No falta la mirada de Martí. Desde su pequeño busto los custodia. La presencia espiritual del Apóstol inspira cada actividad y los agradecidos acuden a los encuentros para honrarlo no solo hoy en su natalicio, el mismo día del alumbramiento de este escenario. Aquí las puertas nunca cierran de enero a diciembre para acoger un espectáculo u homenaje; los calderos conocen de ajiacos colectivos y las lajas se han pulido con las coreografías de los danzoneros.
Al “Patio de Tila” le nacieron réplicas en el municipio y con “Producciones Prángana” audiovisuales, canciones y poemas hablan de un inicio, registran el presente y guardan evidencias para el futuro. La herencia dejada por Domitila a los cabaiguanenses es apenas una respuesta a las preguntas que nos hacen sentirnos universalmente cubanos.