Abel Amador es un poeta de Cabaiguán. Cuando se presenta, siempre aclara que hablar no es lo de él, pero la verdad, tampoco le hace falta, porque tiene un lenguaje en el que se mueve como pez en el agua: la improvisación.
Por: Giusette León García (Cubasí)
Lo conocí allá en su tierra natal y en poco más de media jornada lo escuché cantar unas cuatro o cinco veces y ninguna repetida. Con esa agilidad en la mente que siempre le he envidiado a estos seres increíbles que se sacan palabras como magos de la chistera, el poeta Amador le dedicó versos a sus aguerridos Gallos de la pelota cubana, pero sobre todo, rimó sabiamente un concepto que se ha puesto «de moda»: el desarrollo local.
Su municipio es una tierra de gente que trabaja y emprende, cubanos y cubanas con una bomba imparable, si de «echar pa’lante» el municipio se trata. Desde que ves el paseo con aires de ciudad grande, puedes intuir que has llegado a un pueblo de soñadores.
Luego te enteras de alguna que otra historia, como la de los artistas marciales que partieron casi de la nada (nada de recursos, mucho de ganas) y se convirtieron en una fuerte influencia positiva para la salud y la educación de su comunidad, sobre todo entre los niños o el centro de elaboración de medicamentos naturales, que fue creciendo también a base de empeño.
Pero lo que muchos ven como un «nuevo impulso», lo que parece que acabamos de descubrir, para el poeta Abel Amador tiene una fuente, una inspiración a la que deberíamos volver siempre, y así cerró la mañana de lanzamiento de la campaña «El desarrollo empieza aquí» en Cabaiguán, uno de los 27 municipios que ha contado con el apoyo del Proyecto Internacional Fortalecimiento de Capacidades para el Desarrollo Local (Prodel).
Mientras se hablaba de futuro y desarrollo, el poeta completaba su rima de este modo: «creo que ya lo mejor es seguir hacia adelante, pensando en el Comandante, un hombre bien soñador».
Y lleva razón el poeta de Cabaiguán. Según reseñó la Agencia Cubana de Noticias, la directora del Centro de Desarrollo Local y Comunitario, Ada Guzón, destacó hace un año, en el espacio televisivo Mesa Redonda, el rol que jugaron las universidades con interesantes aportes, «donde el Ministerio de Educación Superior colocó como objetivo de trabajo el desarrollo local, motivado por la visión del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz de crear los centros universitarios municipales».
Mucho antes de las casas de altos estudios, ya había llevado Fidel a las comunidades las escuelas, los médicos y tantos otros servicios destinados a elevar la calidad de vida de cubanos y cubanas. Soñador, y en grande, Fidel nos mira y nos sigue alentando a dar el próximo paso. Así deberíamos asumir los nuevos retos del desarrollo endógeno y soberano al que aspiramos: con la osadía y el compromiso de Fidel, el más grande emprendedor que conocimos.
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