Sustentados por la historia los obreros cabaiguanenses, aunque no desfilarán este Primero de Mayo si desarrollan múltiples iniciativas desde los hogares y las redes sociales.
Por: Aramis Fernández Valderas
El Primero de Mayo en Cabaiguán más que festejo ocasional para iniciar el quinto mes del año con el homenaje a los proletarios, constituye una tradición forjada, primero, a golpe de huelgas y manifestaciones y con posterioridad a 1959 como festejo masivo, en el cual no solo se dignifica al obrero.
El día en que comienza de mayo, es momento de reunión. La familia sale a la calle, no sabe cuándo vuelve. A la marcha le sigue la feria, la cerveza, el jolgorio, aparecen los amigos que hace tiempo no se ven, a pesar de vivir en el mismo poblado.
Desde hace par de años no es así, encerrados en sus viviendas, o detrás del ventanal los proletarios de acá visten los portales de banderas, El Covid-19 vino a aguar la fiesta, tantos años ininterrumpida.
Las redes sociales, los medios de comunicación, se encargan de llevar el desfile imaginario con cientos de iniciativas, desde los propios centros laborales y desde las mismísimas viviendas.
La unidad de los cubanos se confirma independientemente de las penurias, que no son pocas, provocadas por el Bloqueo, por la pandemia y porque no, por nuestras propias deficiencias.
Pero el Primero de Mayo, sigue juntando a los cabaiguanenses en torno a las vegas de tabaco, a los trabajadores de la salud, a los refinadores de petróleo, al activo y al jubilado, al cuenta propista y al trabajador estatal.
Este Mayo, también amarra más fuerte a la unidad el recién concluido Octavo Congreso del partido Comunista de Cuba y la Tarea Ordenamiento.
A pesar de los pesares y del Covid-19, el Primero de Mayo en Cabaiguán es la sinfonía de colores, el espectro de las voces, el compromiso de seguir, es la marcha que no termina las manos proletarias, que hoy cargan a cuesta el presente y el futuro para seguir descubriendo las razones de la continuidad.