De la tradición campesina quedan numerosas costumbres, que a pesar del tiempo y la modernidad, no han desaparecido. Muchos de aquellos labradores de tierra has trasladado cada conocimiento a sus descendientes y éstos en gran número los mantienen, entre estas los ranchos.
Por: Daisy Martín Ciriano (Licenciada en Historia)
Una de estas actividades está relacionada con la existencia en los alrededores de la casa vivienda de un rancho pequeño, de poca altura y fuerte madera, conocido popularmente con rancho vara en tierra aunque comúnmente en su voz popular le identifican como valentierra.
Siempre que construían otros aposentos para guardar la cosecha, incluyendo el maíz, los campesinos pensaban y hacían la pequeña y curiosa construcción. Con guano volao a todo lo largo echaban la cobija y con grandes y pesados horcones ponían su base. Estas regularidades estaban en correspondencia con el uso y destino del rancho.
En ocasiones guardaban en ellos algunos menesteres de trabajo como yugos, guías y monturas, pero su razón principal recaía en el resguardo de la familia y bienes priorizados durante el tiempo de ciclón o tiempo malo, incluyendo los llamados temporales.
En el rancho no faltaba un farol carretero o una chismosa para alumbrar las noches, así como alguna que otra hamaca y lona para dormir.
Y mientras los días pasaban, los pequeños degustaban algunas torticas dulces de ajonjolí o maní, esas que nunca faltaban en la güira de la cocina.
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