Elba Torres Cabrera mantiene las enseñanzas de su madre y como costurera revive las tradiciones del bordado y el tejido. Resulta muy interesante observar la paciencia y habilidad que esta anciana octogenaria, despliega en su máquina y en el recorte de las listas de tela
Por: Daisy Pilar Martín Ciriano
Elba Torres Cabrera es una de esas mujeres descendientes de canario que ha vivido siempre en el campo. Hoy mantiene las enseñanzas de su madre y como costurera revive tradiciones.
Muchas de las mujeres canarias que arribaron al territorio de Cabaiguán en los primeros años del siglo XX conocían al dedillo la tradición del bordado y el tejido. Muchas de ellas lo continuaron practicando, además lo transmitieron hasta sus descendientes. Otras solo realizaban piezas de ropa en máquinas de coser y otras costuras propias del hogar, entre ellas paños de mano y cocina, sobrecamas y alfombras. En muchos casos las hacían de recortes de tela ya que su economía era muy reducida y así comenzaron a difundir entre las sitierías la confección de alfombras y sobrecamas hechas a partir de pequeñas tiras de tela de diferentes colores, las que unían a través de costuras y conformaban en forma combinada sobre una tela enteriza, que era preferentemente de color entero y sin empatar.
De esta costumbre emanó la sobrecama tan usada en las viviendas de las sitierías. Con gran paciencia y habilidad cada costurera, que era generalmente un miembro de la familia, pasaba horas enteras combinando los colores para hacer más atractiva la pieza. De gran colorido y en ocasiones con un amplio vuelo se veían cubiertas las camas de los dormitorios. De igual modo completaban el conjunto con una pequeña alfombra que colocaban delante de la cama. Hoy esta tradición está prácticamente perdida, aunque en Cabaiguán aún pervive una descendiente canaria que realiza este paciente trabajo.
Elba Torres Cabrera, reside aún en Cayajaca y aprendió de pequeña esta labor por lo que nunca le sobra el tiempo y en cada momento libre se afana en cortar y coser las aplicaciones.
En días pasados terminó de confeccionar una sobrecama para el cuarto de su hijo, pero aún no está conforme, ahora cose una alfombrita para el frente de la cama. Resulta muy interesante observar la paciencia y habilidad que esta anciana octogenaria, despliega en su máquina y en el recorte de las listas de tela. Tal parece cuando trabaja, que el tiempo no ha pasado porque a sus años aún recrea su vista mientras va surgiendo ante ella una amplia visión de colorido matices, tal y como lo hacía su madre Celeste, natural de Tijarafe, en La Palma
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