Quienes conocieron a Elcire, lo describen como un joven apuesto, espigado, de ojos negros, perspicaces y muy valiente
Por: Daisy Martín Ciriano (Licenciada en Historia)
Elcire Valentín Pérez González nació en Guayos, provincia de Las Villas, el 16 de diciembre de 1938. Aunque hijo de César y Nila, sus verdaderos padres fueron dos ancianos a quienes quería entrañablemente: Ismael y Teodora, quienes acogieron a su madre cuando estaba en estado de gestación.
Los ancianos le brindaron apoyo y cariño, como su fuera su verdadera hija. Allí, en la casa de esos dos viejitos, en horas de la madrugada, nació Elcire. El parto lo realizó la comadrona Lola Cruz.
Sus primeros pasos, su niñez, su educación, su vida transcurrió en Guayos. Para todos era Yiyo el joven callado, triste, el revolucionario sin miedo. El rostro carente de bozo no aparentaba el valor que encerraba en la frágil figura.
El 6 de diciembre de 1957 Elcire, es apresado y llevado a la Quinta Estación. Las torturas de los sicarios de Ventura Novo no pudieron arrancarle una sola palabra comprometedora para los del Movimiento. Allí resistió durante once días, al cabo de los cuales fue remitido al Castillo del Príncipe. Desde allí escribió, el 4 de febrero de 1958, la carta conocida como su testamento político. En esta misiva refleja sus ansias como joven, como revolucionario y su preocupación por el destino de su país, así como dirigía su pensamiento hacia sus dos viejitos, a quienes veneró hasta sus últimos momentos.
Con ardientes palabras el entonces coordinador del Movimiento 26 de Julio y amigo de Elcire, Tomás Álvarez de los Ríos, convocó a los guayenses para rendir tributo al joven mártir, aquel 19 de mayo de 1960, al traer sus restos para el cementerio local: honraremos a una de las vidas más útiles de este pueblo, al muchacho espigado, ojeroso, enjuto y triste, al novio de la libertad. Hoy, en Guayos, la figura de Elcire Pérez es venerada. Su casa natal está convertida en Museo.
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