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En los invencibles brazos de Mijaín, la bandera llega hoy a la Patria

La Habana, 12 ago. Pocas veces hay una imagen tan nítida de las diferencias entre el mundo rico y el pobre como la que se ve en los Juegos Olímpicos.

Si uno toma el medallero de París-2024, o cualquier otro de las anteriores citas, y se fija en los primeros pabellones, notará que se parece más a una reunión del G20 o a una de las naciones ricas que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Por eso tienen tanto valor las primeras medallas de oro de su historia de Santa Lucía, Dominica y Guatemala, aunque hayan llegado 124 años después del inicio de estos Juegos.

Valen muchísimo los tres títulos brasileños, los dos cubanos, el de Ecuador, el de Chile, los obtenidos por los países africanos, las cuatro preseas plateadas de México o los lauros colombianos. Ellos hacen que, en ese salón de lujo, también nos sentemos los del Sur, a pesar de que se nos niegue el desarrollo empresarial y tecnológico del deporte de las grandes potencias.

Y valen más, porque la olimpiada parisina fue muy competitiva, con 63 banderas en lo más alto de los mástiles de premiaciones, al menos una vez, y con 91 países que se inscribieron en la lista de preseas.

Son motivos también para agasajar hoy, en la Patria, a nuestros deportistas –medallistas o no–, que traerán, en los invencibles brazos de Mijaín López Núñez, la bandera de la estrella solitaria que con tanto fervor y amor defendieron. (Fuente: Granma)

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