Epidemiólogos pronostican una tendencia del incremento de los focos de mosquitos detectados en las tres áreas de Salud, más de 600 de enero a la fecha
Por: Alexey Mompeller Lorenzo
Cualquier semejanza de Cabaiguán con un guayo no es mera exageración. Esa realidad acribillada tiene nombre y apellido: Aedes aegypti. El mosquito vuelve a colonizar al municipio al punto de ubicarlo entre los más significativos del país por la alta focalidad del vector.
Un déjà vu que parece tendrá segundas y terceras partes, al repetirse las mismas indisciplinas ciudadanas y las brechas que lastran el trabajo de la Campaña Antivectorial. Quién sabe cuántas temporadas nos aguardan bajo la mirilla del zancudo.
Pronósticos de especialistas en Epidemiología refieren la tendencia al incremento de los focos detectados en las tres áreas de Salud, estadísticas propias de esta época del calendario que ayudaron a crecer las intensas precipitaciones en semanas precedentes.
En los ciclos de enero a la actualidad se computa que los eventos del mosquito superan los 600 y con números así el índice de infestación ha llegado a 1,31 cuando lo permisible es 0, 05. Se disparó al punto de redoblarse la vigilancia, aunque no lo parezca.
Aquí no escampa. Controlada la transmisión por Covid-19, aunque los contagios quieren tomar fuerza, el insecto disparó las alarmas de la sostenibilidad, si bien sus picadas nunca han hecho mutis pero en otros períodos el aleteo ha sido menor.
Los mosquiteros colgantes en las unidades asistenciales de Salud y en los hogares, porque a los centros médicos no acuden todas las personas con síntomas febriles ni disponen de suficientes capacidades para los ingresos hospitalarios, confirman la incidencia de casos de dengue sin complicaciones mayores.
En ocasiones, las palabras alivian tanto como la ingestión de abundante líquido, remedios caseros y el reposo. Lo dicen las autoridades sanitarias: el municipio escapa de la transmisión de la enfermedad.
Pero no solo en la ira desatada por San Pedro, con las lluvias que mojaron al territorio, recae una condena arrastrada por Cabaiguán: el Aedes aegypti.
Peor que el malestar retroocular, la fiebre, el rash cutáneo y otras manifestaciones clínicas resulta la desidia de la población, al dar cauce a conductas irresponsables que engordan al agente transmisor del zika, chikungunya y demás enfermedades.
En las inspecciones realizadas, si el operario alertara los riesgos y no firmara desde la acera el certificado de Historia Entomológica, los desagravios a la ley le arrancarían mayores hojas al talonario de multas. Constan más de 700 quebrantamientos en el transcurso del año con cuotas ínfimas a aplicar. Sepa que la tarifa máxima asciende a 150 pesos para personas naturales y 300 para las jurídicas. Basta ver la complejidad epidemiológica para aleccionar.
Únicamente con los tratamientos adulticidas, a los que a veces algunos cabaiguanenses cierran las puertas y ahora reclaman, no se eliminará al vector. A cuenta gotas llega el petróleo a las bazucas por las limitaciones con el combustible y la indicación es priorizar manzanas vulnerables y zonas aledañas rodeadas de casos febriles.
Que este enjambre se extinga en Cabaiguán no dependerá del hallazgo de un grupo de científicos asiáticos, quienes aseguran que el ritmo de una canción del DJ estadounidense Skrillex resulta lo suficientemente ruidosa para ralentizar o reducir el ataque y apareamiento del Aedes aegypti.
Amplificar la melodía más que ahuyentar al insecto ocasionará otro dolor de cabeza, la contaminación acústica y eso, junto al constante zumbido del vector, nos llevaría a terapia ocupacional.
Publicación Recomendada:
Acogió Cabaiguán celebración provincial por el Día del Historiador Cubano (+ Fotos)