La Habana, en ocasión de la V Conferencia internacional “Por el equilibrio del mundo”, que se celebra en La Habana, Cuba, del 24 al 28 de enero, el Santo Padre envió un mensaje a los participantes, a quienes urge, desde el dialogo, construir puentes que puedan ayudar a encontrar juntos soluciones viables sin excluir a nadie y con el horizonte amplio de la fraternidad universal, informó el portal de noticias del Vaticano.
Estimados delegados:
Un año más, se reúnen en esta Conferencia para conmemorar el nacimiento de José Martí, presentando su figura como acicate para despertar las conciencias de cuantos en el mundo están llamados a crear un clima de diálogo y fraternidad que pueda impulsar cambios significativos en las actuales circunstancias sociales y políticas.
Tales circunstancias, como he expresado en mi último discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, dan motivos de alarma y deben suscitar en nosotros un interés por ese cambio de rumbo. Para ello, sin embargo, considero importante que nuestra mirada no se fije tanto en lo que cada uno de nosotros, con la mejor de las intenciones, podría proponer, sino en la absoluta necesidad de sentarnos a escuchar a los demás. Urge construir puentes que puedan ayudarnos a encontrar juntos soluciones viables que no excluyan a nadie. Todo desde el diálogo y con el horizonte amplio de la fraternidad universal (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 142).
Me ha impactado releer unas palabras de José Martí ante la tumba del venerable Félix Varela, que pueden ser significativas en este contexto. Martí admira de Varela ciertamente su amor por su tierra y su gallardía en el denunciar lo que considera incompatible con el bien social —«dijo sin miedo lo que vio»—, pero, al mismo tiempo, resalta su mansedumbre, virtud esencial del gobernante, que debe guiar el diálogo social y político: «sin alocarse o apresurarse», teniendo el «justo respeto» a nuestro interlocutor para poder llegar a una solución concordada (cf. Ante la tumba del Padre Varela, en Patria, 6 agosto 1892).
Se trata, entonces, de mirar al pasado, de no renegar de nuestras raíces, que nos llevan a aprender de nuestros mayores, de la fe que los movió, de la coherencia de vida que esta fe les impuso, de esa entrega al pueblo que no es otra cosa que el mandato del Señor de amarnos como Él nos ha amado (cf. Jn 13,34-35). A partir de esas raíces, Martí afirma cómo la figura del Padre Varela es capaz de concitar voluntades para un esfuerzo común.
En ese escrito se habla de rendir homenaje al Padre Varela construyéndole un monumento. Es una actitud loable, pero más allá del dato histórico, nos haría bien a todos también reflexionar si efectivamente estos modelos son usados como ejemplo de valores o más bien bandera de intereses.
Estimados delegados, en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año, retomaba esta idea crucial: durante la pandemia muchos héroes han dado muestra de la fe, de la esperanza, de la entrega generosa que nace del amor de Dios impreso en la naturaleza de cada hombre (cf. Gn 1,26.27). Ellos nos reclaman, como los próceres que hoy los convocan, «a volver a poner la palabra “juntos” en el centro; en efecto, es juntos, en la fraternidad y la solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos» (n. 3). Esta es la clave para recuperar el equilibrio que da nombre a vuestro encuentro, pues sólo juntos podremos afrontar las diversas crisis morales, sociales, políticas y económicas que padecemos y que están todas interconectadas (cf. n. 5).
Que estos deseos puedan ayudarles en los trabajos que emprenden para el bien de todos los hombres.
Vaticano, 20 de enero de 2023
FRANCISCO
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