Confesó a Escambray una espirituana que con solo 12 años acompañó a sus padres en la creación del CDR de la calle donde aún reside.
Ni los 71 años que carga sobre sus hombros, ni las múltiples pruebas personales y familiares que le ha impuesto la vida, ni tan siquiera los momentos por los que ha pasado como auxiliar pedagógica en escuelas especiales donde laboró por más de tres décadas o las actuales circunstancias por las que atraviesa el país, han disminuido la voluntad y la entrega de la dirigente de base, activista de la zona 114 y colaboradora Ana Araceli Díaz Hernández.
En su casa cifrada con el número 153 de la calle Rafael Río Entero, de la ciudad de Sancti Spíritus, se respira un ambiente de fraternidad. Así lo percibimos cuando al pasar el umbral de la puerta la encontramos haciendo objetos artesanales para conformar un donativo que le entregará, en nombre de su familia, a los pequeños que residen en el Hogar de Niños sin Amparo Familiar.
Araceli atesora un caudal de historias relacionadas con la creación, en 1960, de los Comités de Defensa de la Revolución. Historias en las que su padre Modesto es pieza clave: “Aquí mismo vivía cuando mi papá, con el apoyo de mi madre comenzó a organizar el primer CDR, fueron 12 los miembros iniciales y luego se incorporaron otros, entonces lo nombraron Piti Fajardo y hasta la fecha no ha dejado de funcionar.
¿Y cuál fue su participación?
Yo tenía 12 años, pero mis padres se apoyaban en mí para que citara a los vecinos y cumpliera otras tareas, en ese entonces todo funcionaba a través de los Comités, desde las grandes movilizaciones para los trabajos voluntarios donde fuera necesario, hasta la entrega de ropas, calzados, artículos, cigarros, en fin, cualquier cosa se le asignaba a la cuadra para su repartición.
¿Cuándo es que te incorporas como miembro activo?
Al cumplir los 14 años, recuerdo que eso era un acontecimiento, nos entregaban un carnet y uno se sentía orgullosa. Mi padre fue muy estricto y nunca quería darnos ningún tique de ropa o zapatos a los miembros de la familia, él decía que otros estaban más necesitados, quizás por esa actitud siempre lo elegían como el presidente.
Aunque los CDR han estado entre estas cuatro paredes desde su fundación, siendo una adolescente asistía a trabajos de apoyo en las escogidas de tabaco, desde la casa organizábamos las campañas de vacunación junto a las brigadistas sanitarias, realizábamos la guardia y los recorridos por la zona, se emulaba de verdad y con mucho entusiasmo.
¿Sientes el no haber estado entre los fundadores?
No hay que estar en la lista de los que fundaron el CDR o tener la Distinción 28 de Septiembre para amar y defender a esta organización, por eso digo, que yo también lo soy, porque he estado en tantas tareas que a veces ni me acuerdo.
Por ejemplo: en la organización del censo para la entrega del primer carnet de identidad a la población, controlando el libro de Registro de Direcciones de la cuadra, organizando recogidas de productos para mandarlo a otras provincias afectadas por huracanes, buscando donantes de sangres ante cualquier emergencia en el banco provincial. Es ahí donde se pone a prueba la capacidad de un cederista.
¿Y qué hay de la Araceli madre y trabajadora a la vez?
Tuve dos hijos, una hembra que labora en lo militar y el varón que ya transita por su segunda misión internacionalista como Licenciado en Laboratorio Clínico, ellos son mi orgullo, pero sin la ayuda de mi esposo nada sería posible, porque en todos estos años he debido atender a mis padres enfermos hasta su fin y ahora lo hago con un tío, claro que para todo uno saca el tiempo, incluso, para seguir con las labores de los Comités.
Ahora estoy jubilada, pero por más de 30 años fui auxiliar pedagógica en escuelas especiales del municipio y por mi desempeño llegué a ser Vanguardia Nacional del sector de Educación y de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores, en múltiples ocasiones, inclusive, como estímulo visité la antigua Unión Soviética en el año 80 y en una oportunidad me tocó atender a una delegación de Yemen que recorrió Sancti Spíritus.
¿Entonces esos objetos artesanales que confecciona los donará a los niños?
Tres décadas trabajando con menores que requerían tratamiento especial se dicen fácil, pero si no amas a los niños sería imposible lograr una comunicación plena con ellos. Ahora confecciono estuches para lápices, hago marcadores, tapeticos, les adorno los lápices y compré libros, todo esto lo uniremos para dárselos, víspera del inicio del curso escolar, a los que viven en el Hogar sin Amparo Familiar.
Aunque en los últimos tiempos desde la cuadra hemos organizado otros donativos con productos de aseo personal y de limpieza, también nasobucos para apoyar en el enfrentamiento a la covid en los centros de aislamiento; los tiempos son otros, pero la esencia de los CDR sigue siendo la misma de cuando hace 61 años Fidel convocó al pueblo a fundar esta grandiosa organización.
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