Esther Pimienta, trabajadora del sector de la cultura en Cabaiguán tendrá por siempre el premio del reconocimiento del pueblo por su dedicación al trabajo
Por: Aramis Fernández Valderas
Perdona, Esther entre alumbrones, apagones y lo agitado de la cotidianidad he andado buscando al menos unos minutos, unos pequeños minutos para contarte en la cola de la tienda los últimos detalles del barrio. Hacía algún tiempo ni por la bodega te veía, tu siempre llegabas tarde y yo como jubilado ahora lo hago un tin más temprano.
Pimienta, caramba ¿Cuándo tú te vas a jubilar si ya sobrepasas los años?, es hora de que un día al menos te levantes más tarde y dejes tanta responsabilidad , siempre hay un joven que puede cubrir tu puesto.
Sabes, la culpa la tienes tú que has acostumbrado a los directivos del Ministerio de Cultura de Cabaiguán a estar siempre al pie del cañón. Por eso, te lo comento al oído, por eso no quieren perderte, no quieren que te jubiles.
Mira Esther quisiera decirte que eres una mujer de cultura que la historia del sector en Cabaiguán también lleva tu nombre por lo tanto que has creado y por lo que te falta por crear.
Sabes, me viene a la mente Cheo, tu esposo ya fallecido, te miro y veo en tu rostro los surcos del esfuerzo, del sacrificio, tras los espejuelos el desvelo, el asma que golpea tu pecho y sin embargo jamás has claudicado.
Que chiste más mal hecho, en la mañana del día 19 sonó el teléfono y me espetaron al oído, falleció Esther Pimienta, solo atine a decir: no me vengas con ese cuento, pero me lo reiteraron varias personas después. Yo preferí redactar todo lo que te voy a contar cuando nos encontremos en la bodega porque sé que vas a reír a carcajadas cuando te diga que la gente anda diciendo que tú moriste, porque de verdad Esther tu no tienes tiempo libre ni para permitirte morir.