Bañado por la corriente del Río Zaza que faldea las alturas de Las Damas, nació hace hoy cien años, con sello de aquellos isleños canarios que vinieron de la vieja España a la colonia, Evelio Rodríguez, un guajiro cantador de tangos muy de moda a sus 16 años cuando desaparecía, Carlos Gardel.
Por: Aramis Fernández Valderas
Los trillos de aquella Tres Palmas de 1921, conocen de los primeros pasos del poeta Evelio, el cual, no solo hizo de la guayabera, solo, una prenda de vestir, sino que la inmortaliza con los acordes de la guitarra guajira.
De la mano del maestro Adolfo Pimienta, desanda los caseríos, de la Larga, La Prueba, y Los Tramojos cuando solo era un quinceañero rasgador de cuerdas pero ansioso de un día llevar el arte de sus venas a otros sitios.
Eran tiempos trovadorescos en la Villa del Yayabo, Teofilito, Companioni, Manolo Gallo, y el viejo Saro, le sirvieron de estímulo a Evelio Rodríguez Plaza, quien en 1937 asalta el éter a través de la CMHT en Trinidad en el programa auspiciado por cigarros Eva.
Después vinieron radio Progreso, la Mil Diez, la televisión y muchos artistas de renombre se glorificaban con la compañía del cabaiguanense, como Beny Moré, Ñico Saquito y Sindo Garay.
La voz dulce y melodiosa, aun se escucha como rumor del sinsonte en la alborada de las riveras del Zaza, encumbra la Sierra de Las Damas y se esparce por Cuba.
Porque para Evelio, su patria fue como el Ombligo del mundo y así lo creía desde su etapa de trotamundos cuando comía si sus canciones y tonadas gustaban, de lo contrario los lamentos del estómago, los convertía en comprometidas letras del sector al cual no renunció, porque para él, ser campesino era cargar con las raíces más profundas de Cuba, tierra que al morir heredó su sombrero, sus composiciones y la guayabera hecha de suspiros guajiros, prenda criolla que no olvidó por ser su fiel compañera.
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