Los exámenes de Ingreso a la Educación Superior culminan hoy su periodo ordinario con la prueba de Historia de Cuba. Ahora a esperar estudiantes, profesores y toda la familia por los tan esperados resultados
Por: Lillipsy Bello Cancio
Los exámenes de ingreso a la Educación Superior transcurren por estos días por su etapa más difícil. Después de meses de intenso estudio, andar y desandar tras repasos, pruebas de otros años y profesores que tampoco descansan y experimentan los mismos nervios que sus alumnos, llegó el momento más importante: el de demostrar los conocimientos adquiridos y la habilidad para analizar y responder cada ejercicio e identificar la “trampita” en cual o “mas cual” pregunta.
Sí, porque no basta con estudiar mucho, tener los mejores maestros y que la familia apoye incondicionalmente: a la hora de la verdad hay que “sacar el extra de los campeones”, como dirían nuestros colegas narradores del deporte porque para nadie es un secreto que los nervios suelen jugar malas pasadas que pueden costar años de sacrificio y aprendizaje.
Nuestros muchachos ya han vencido dos materias muy importantes: Matemáticas y Español y hoy estarán enfrentando la de Historia. Ellos, puertas adentro del pre, cumpliendo todos los protocolos establecidos…sus padres, en la acera del frente, ansiosos, angustiados, preocupados, cual estampa que se repite año tras año desde hace algún tiempo por estos lares.
Los hay que aspiran a convertirse en ingenieros, otros en médicos, algunos serán estudiosos del comportamiento sociocultural y otro tanto dirige su mirada hacia la abogacía. Lo cierto es que todos tienen garantizado un futuro en la educación superior, aún cuando la carrera definitivamente lograda no sea la que prefirieron en primera opción.
A punto están de concluir esta difícil etapa que han tenido que transitar, por suerte, en compañía de la familia (al menos en casi todos los casos) entre escaseces, limitaciones y unos apagones que no ha aflojado ni en esta, la recta final.
Por suerte también, han contado con la sabiduría y la experiencia de sus “profes” en este tipo de proceso, con la solidaridad que nos caracteriza a los cubanos y que ha impulsado la socialización de conocimientos y hasta con sendos canales de TELEGRAM donde se comparten resultados de los exámenes, respuestas a cada pregunta de todos los cuestionarios y hasta se plantean inquietudes con variantes de solución no previstas con anterioridad.
¡Claro!, concluida esta parte del proceso, toca aguardar por las notas, esperar que se realice el otorgamiento y luego alistarse, las hembras para su debut en la universidad… los varones, para el “verde”, como ellos mismos le dicen, que no es otra cosa que el Servicio Militar Obligatorio.
¡Qué de nervios, cuánto estrés, que manera de padecer y cuántas noches sin dormir! Lo de los exámenes de ingreso no es cosa de juego y aunque se estudian otras variantes, lo cierto es que, hasta ahora, es la opción más justa para la distribución de las especialidades. Eso sí, aquí no vale que usted sea el hijo del propietario de una MIPYME o de un maestro, si no demuestra que aprendió, que es capaz de analizar y dar respuesta a diferentes situaciones y si no “sale bien” en cada prueba, no podrá aspirar a la carrera que siempre anheló y tendrá, eso sí, que esperar a ver qué queda.
Pero, independientemente del resultado, vale la pena destacar el papel que la familia y la escuela juegan en este proceso: los unos, apoyando; los otros enseñando….todos con un mismo propósito: la formación de nuestros jóvenes que, para dicha nuestra, en su gran mayoría, todavía aspiran a llegar a la Universidad, todavía creen que el nivel profesional resulta imprescindible para triunfar en esta vida (incluso en un negocio particular) y que sus maestros cuentan con el convencimiento, la pasión y el conocimiento necesarios para mantenerlos en ese camino.
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