viernes, noviembre 22El Sonido de la Comunidad

Fidel Castro Ruz todo el tiempo de la Humanidad para morir

Cinco años es un tiempo corto y largo a la vez, ese es el que hipotéticamente confirman que has muerto, sin embargo, cuando se vive en el corazón de un pueblo, como lo haces tú Fidel, las personas te siguen creyendo vivo, presente e inmortal

Fidel

Por: Lillipsy Bello Cancio

Hoy quisiera tener a mi abuela a mi lado, me gustaría regresar a aquellos años de mi infancia en los que me mostraba el mundo a través de tus ojos, los de tus amigos, los de tu gente… los de tu país…

Dicen que los abuelos dejan una huella en el alma de sus nietos… yo creo que una de las más profundas que dejó aquella viejecita , blanca en canas, de verbo fácil y tabaco en mano (casi siempre), en mí… tiene que ver contigo, con esa manera tan tuya de emprender batallas y vencerlas, de adelantarte a todo y a todos, de presentar combate y liderarlos, de preparar las fuerzas, concebir escenarios, estudiar al enemigo… ¡y estar siempre al frente de tu tropa!

Solo una cosa le reprocho a mi abuela: no me dijo que podías morirte, no me contó que todo un pueblo iba a sufrirte tanto y que hasta el mismo cielo podía llorarte… no me preparó para aquel 25 de noviembre, para aquel amanecer de un silencio sepulcral que hasta los gallos más cantones respetaron, para aquella madrugada de insomnio en la que mis dedos se negaban a escribirte muerto.

Pero lo más curioso es que mi abuela no me contó nada de eso… pero tampoco me sorprendió: no me asombró que tu muerte no fuera indiferente para nadie (los revolucionarios te lloramos… los ingratos celebraron, pero todos estuvieron al tanto de los diez días más tristes que ha vivido esta Isla entera), tampoco fue sorpresa la plaza desbordada (porque otra vez eras tú el que convocabas), mucho menos la poesía del cantor, la evocación del combatiente, la lágrima de la anciana o el rostro de la joven (más bello aún con tu nombre en su mejilla, la izquierda porque no podía ser otra).

Cientos, miles de crónicas, entrevistas y titulares acapararon la atención del Mundo: el más preclaro hijo de esta tierra, así como te definiera tu hermano, había pasado a la inmortalidad… con él se petrificaron las esencias de una obra que lo trascendió, que lo trasciende… y que obliga a muchos preguntarse aún: ¿qué hubiera hecho Fidel en este caso?

Y es que él se quedó en la palabra del erudito, en la pluma del periodista, en el aula de cada maestro…

Y si no, ¿por qué Miguel Barnet lo define como un “intelectual”, como un peso político, un peso moral, y un peso revolucionario, al cual, según sus propias palabras fue conociendo y admirando más profundamente sobretodo después de leer “La Historia me absolverá” y sus “Palabras a los intelectuales”?;  ¿por qué lo culpa de quedarse aquí, y describe un encuentro con él, en la Casa de las Américas, donde participó un grupo de artistas e intelectuales y a todos les preguntaba por qué se habían quedado en Cuba, y él le respondió: “No, Comandante, yo no me fui, yo me fui quedando” y a la vuelta del tiempo reconoce que si hoy le volviera a hacer la misma pregunta le diría: “Yo no me fui quedando, Comandante, yo me quedé en Cuba por usted”?.

¿Por qué Iroel Sánchez, en el libro “Más allá de la leyenda”, testimonio de 60 personalidades que hablan de Fidel, de la autoría de Estela Bravo, Ernesto Mario Bravo y Olga Rosa Gómez Cortés, de la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado lo abordó así: «Fidel es un hombre de un respeto intelectual, un lector extraordinario, no un dictador o un perseguidor de la libertad creativa como hoy se le ataca en muchos medios enemigos.

Pensar siempre el mundo desde los de abajo, para que fueran los principales beneficiados de la Revolución, no solo en Cuba sino en el mundo, lo hizo trascender, y alcanzar un alto nivel de humanismo?… ¿es casualidad? ¿Acaso puede ser casualidad que hasta quienes no vivieron su tiempo, lo reconozcan, lo admiren, lo amen con la misma vehemencia que se respeta un símbolo?

Y es que a Fidel… a Fidel Castro Ruz no le bastarán ni cinco años, ni cinco siglos, ni todo el tiempo de la Humanidad para morir… y mientras más peligros corra la Patria, mientras más intenten destruir su obra, con mayor fuerza mostrará su vocación de vida indeclinable, más se revelará la condición del niño inquieto al que no pudieron convencer los argumentos que dieron respuesta a su pregunta de por qué entre los alumnos de las escuelas no existían estudiantes negros… mejor comprenderemos las razones de aquel asalto al cielo que sería el ataque al Moncada, sublime acto de búsqueda de la justicia… ESENCIAS TODAS QUE CABEN PERFECTAMENTE EN UN GRANO DE MÁIZ…

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