En esta fecha del 28 de octubre toda Cuba le regala flores a Camilo, uno de los más carismáticos y queridos comandantes de la Sierra Maestra
Por: Redacción Digital
Amapolas anaranjadas, girasoles, claveles rojos, rosas blancas… Un remolino de colores y formas se mece apretado por manos de niños en toda Cuba. Como una procesión sin santo, las hileras de pioneros, acompañados por maestros y familiares, atraviesan cada octubre calles, trillos y avenidas hasta encontrar un río o el mismísimo mar.
Los niños no ven en estas fechas un ritual fúnebre, sino un momento de alegría. Salir de la escuela, caminar, llevar apretado entre sus dedos el ramito que mamá o la abuela hicieron por la mañana… Hay algo tierno, empecinadamente infantil, y al mismo tiempo tristísimo, en esta liturgia de las flores de octubre: por un lado, la consagración de las juventudes truncas, de los que mueren demasiado pronto; por el otro, el homenaje alegre y puro de quienes tienen toda una vida por delante, la vida que el héroe no alcanzó a gastar.
Cuando se acercaba el primer aniversario de la desaparición del Héroe de Yaguajay, Radio Reloj y la revista Verde Olivo divulgaron una convocatoria al pueblo cubano para homenajear a Camilo depositando flores en el mar. El tributo íntimo, familiar, del Che Guevara se convirtió en una masiva tradición que sobrevive luego de seis décadas.
El 28 de octubre de 1960, desde bien temprano, decenas de miles de personas inundaron las calles que convergían en la costa, y coronaron las olas del mar con infinidad de ofrendas florales. En los pueblos y ciudades del interior de la Isla, la gente terminó su peregrinar en ríos y arroyos, con la esperanza de que la carrera interminable de las aguas dulces llevara al mar las flores.
Si toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz, toda la gratitud de los cubanos puede navegar guardada en el diminuto pistilo de una rosa o en el ancho pétalo de un marpacífico. Ya no importa cómo ni quién lanzó la primera flor para Camilo. Lo cierto es que esa costumbre ha enraizado en lo profundo del sentir colectivo y deviene una de las más emocionantes expresiones de la tradición patriótica cubana.
Por estas fechas, florecen los mares de Cuba, y sus riberas antillanas celebran en silencio la sobrevida del héroe popular y de uno de los más carismáticos y queridos comandantes de la Sierra Maestra.
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