Desde hacía mucho se había ganado el cariño y el respeto, más que eso, el amor y la admiración de su pueblo, de Cuba, del mundo… Mijaín López nos regaló otra fecha memorable, convirtió este 6 de agosto de 2024 en efeméride gloriosa a la que tendremos que volver desde ahora y mientras la Humanidad exista: ¡CINCO TÍTULOS OLÍMPICOS EN LA MISMA PRUEBA INDIVIDUAL Y DE FORMA SEGUIDA: UNA HAZAÑA JAMÁS LOGRADA PORCUALQUIER OTRO MORTAL!
Por: Lillipsy Bello Cancio
Pasaban unos pocos minutos después de las dos de la tarde. Más que esta pequeña isla del Caribe, el mundo entero se detuvo. Comenzaba a escribirse el último capítulo de una de las historias más grandes del olimpismo….
Con la subida al colchón del Arena Campo de Marte de París de los dos cubanos no fuimos pocos los que contuvimos la respiración, por más multitudinarias que resultaran las concentraciones, ya fuera en los hogares, allí donde se ubicó una pantalla gigante o en cada redacción de todos los medios de prensa de este país, se hubiera podido escuchar el sonido de una lágrima al caer… El uno representando al hermano país de Chile. El otro con el corazón a cuestas de una nación que ha pujado con cada una de sus volteretas….
¡Cuba entera en los hombros de un ser de otra galaxia, un gigante que nació por allá por Herradura hace casi 42 años! ¡Cuba, el mundo y hasta la torre Eiffel tuvieron que reverenciarlo, ovacionarlo y admirarlo hasta el delirio!
Lo prometió, él mismo lo dijo: le daría el alegrón a Cuba, a su pueblo, le dedicaría la medalla a su padre (ausente físicamente pero más vívido que nunca, más inspirador que nunca, más atento que nunca), pensaría en su madre y por supuesto, enorgullecería a todo un país… porque se lo merecía, se lo merece… lo merecerá siempre. ¡Y lo cumplió! ¡Porque eso es lo que hacen los grandes, los que no se repiten, los que nacen una vez cada mil años!
Hubo quien lo dudó. Algunos incluso se atrevieron a adelantar a otros como favoritos. Los más optimistas hasta vaticinaron que no sería capaz de llegar. Pero los que nacimos en esta isla, los que vivimos aquí, los que vibramos con las notas de ese himno tan irredento y glorioso como la mismísima manigua cubana, sabíamos que aquel anunciado adiós en Tokio no podía ser verdad. Que faltaba la hazaña… ¡Y se hizo!¡Qué es Mijaín López, caramba! ¡Y con eso debería ser suficiente!
No por esperado el triunfo fue menos disfrutado. Mijaín tenía que vencer el tiempo y lo venció. Tenía que ganarle al tiempo y le ganó. Tenía que demostrar porque desde hace días todo un país respira por él.
Serán muchas las imágenes que quedarán en la memoria de este 6 de agosto: cada vuelta que le dio al chileno- cubano, su amigo de entrenamientos, el discípulo; el beso al colchón a modo de despedida porque fue este su último combate y las zapatilla que lo condujeron a tan histórico memento depositadas allí justo en el centro de una llama que por derecho propio le pertenecerá siempre; las lágrimas del gigante y sus escuderos mejores, la ovación de un público donde los que menos se contaban eran los cubanos pero que igual pujó por el nuestro, la bandera paseando por enésima vez gracias a él, las notas del Himno Nacional por primera vez en París… ¡Ganó Mijaín López! Cuba se hizo otra vez de oro macizo y esta periodista aprendió una lección más: las crónicas, inspiradas por los grandes, siempre podrán ser escritas por adelantado.
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