Los pasos de la villa del Espíritu Santo superan los cinco siglos, joya patrimonial que este 4 de junio recibe reverencias por tanta espirituanidad desbordada
Por: Alexey Mompeller Lorenzo
Desde lo alto de la torre-campanario, la ciudad muestra sus andanzas por más de cinco siglos. Llegar hasta el último escalón por donde se empina la Iglesia Parroquial Mayor agota y premia. En la cima, regodearse con la vista panorámica de la cuarta villa de Cuba fundada por los españoles es bendición después de tantos peldaños vencidos.
Las piedras visten a las calles laberintos, entramados caprichosos. En contrapicada, cúpulas rojas de barro adornan a Sancti Spíritus, siempre colonial y contemporánea. Por los ventanales, abiertos a las serenatas, los pasacalles y las tonadas se cuela la espirituanidad convertida en sonido.
Un mural da forma a cualquier esquina de la urbe; trazos que la definen multicolor, mestiza, diversa, hospitalaria. La luz entra y sale sin pedir permiso a través de los vitrales para iluminar mamparas, muros centenarios, recuerdos.
Esta joya patrimonial de 510 años sabe combinarse. Elige diseños con alforjas. Guayaberas hay para escoger. La prenda nacional resguardada al centro de Cuba luce soberbia cuando la villa del Espíritu Santo la exhibe con todos sus detalles, autóctona y elegante.
La dama sureña tiene donde mirarse. Un río devino en su espejo y fuente de vida. Los primeros habitantes abandonaron Pueblo Viejo en busca de agua. Al Yayabo, en uno de sus extremos, lo cruza un puente testigo de los pasos de una tierra distante del mar y rastreada por el Adelantado Diego Velázquez.
Sancti Spíritus despierta las metáforas, tienta a los pinceles, invoca a la trova; se desordena en el Santiago; es rapto de cultura, tradiciones e identidad. Legendaria a no dudarlo, cabalga con la historia. Fue mambisa, clandestina y rebelde. Una centuria tras otra, Santilé reclama que la alabanza transcurra junto a esos hijos que depositan su fe en ella. A sus pies o a millas de distancia suceden las reverencias y en las voces elevadas al viento se escucha: gloria a ti, Sancti Spíritus.
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