Los jardines son espacios encantadores de recreo y éxtasis. No todas las personas tienen la sensibilidad de experimentar la gran cantidad de sentimientos que emanan de las plantas ornamentales.
Por: Daisy Martín Ciriano (Licenciada en Historia)
A veces nos preguntamos la razón que tenían las familias campesinas en Cuba, para darle tanta atención a sus jardines.
Cuando se visitaba cualquier vivienda, por humilde o confortable que fuera, siempre al llegar nos recibía el grato olor de las flores: dalias, azucenas, jazmines, mariposas o gardenias, por solo mencionar algunas.
A ello se sumaba un sinfín de revoloteos de mariposas, zunzunes y abejas, las que golosas venían a la miel. Y qué decir del olor que desprendían bajo el rocío, los jazmines de la tierra o un el galán de noche. Su perfume llegaba hasta el camino real y por su olor, hasta se podía llegar a ojos cerrados a la vivienda.
Llama la atención cómo las casitas más humildes con paredes de yagua y techo de guinea, tenían también hermosos jardines. Muchas de las plantas se sembraban directamente en la tierra y se recogían entre hileras de piedras colocadas a su alrededor. Así ocurría con las verbenas y las brujitas. Éstas tienen colores muy variados y los canteros eran alternados para mostrar, de mejor forma, su colorido y belleza. También se recoge dentro de las plantas que perfuman con sus flores al no-me-olvides, planta tipo arbusto con flores blancas o violetas, tiene leve perfume, pero conforma unos pequeños ramitos, muy delicados, los que al parecer, dieron lugar a su nombre. Aunque la relación de plantas de jardín de tiempos atrás aún perdura, muchas han sido supuestas por nuevas adquisiciones, incluyendo algunas de importación. Pero al tratar este tema resulta imposible de obviar la belleza de los jardincitos del ayer, los que con tanto colorido, opacaban la humildad de los bohíos y más de un visitante, salía extasiado y con varios gajitos en la mano, para plantar estas variedades en el jardín de su casa.
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