Jesús Menéndez Larondo, fue uno de los principales líderes sindicales de Cuba en la década del 40 del pasado siglo, siempre estuvo de frente al surco, unas veces desbrozando cañaverales, otras en el sector tabacalero hasta convertirse en exponente del proletariado cubano
Por: Aramis Fernández Valderas
Anda ligero el niño, los pies descalzos desafían las malezas de la finca la Palma , el machetero crece, es espigado, Matilde y Lima Recio reclaman a Jesús más tiempo para las clases, pero el estómago hambriento no perdona, Nazabal quedaba a pocos pasos, era preferible purgar azúcar que andar desbrozando cañaverales.
La centrífuga y la mocha, el tacho y la pica pica hacían ver más al joven y el joven al líder. La voz encausa protestas y piquetes en los cañaverales y el ingenio azucarero. El tiempo muerto separa al año en dos mitades, una su natal Encrucijada la otra los vegueríos de Guayos y Cabaiguán
Menéndez visitó por primera vez a Guayos, a los 17 años de edad. Aprende de tabaco y comunismo entre una hoja y la otra, entre un tabaco torcido y el otro, las palabras cruzadas con José González Trecha cultivaban el alma y el sentimiento revolucionario que ya venía de raíz brotaba.
El taller “Las cinco Villas” se paraliza, puso el pecho contra la pistola del patrono, no existe coraje para el disparo, entra el General de Las Cañas, los trabajadores lo aclaman.
Los trabajadores lo lloran, llora, Guayos, Llora Cabaiguán como lloró Encrucijada y Cuba entera el día en que el Capitán Casillas apretó el gatillo y el cuerpo de ébano se desploma.
Tiemblan los asesinos, se esconden los asesinos, fracasan los asesinos, Jesús Menéndez Larrondo, encabeza las celebraciones cada Primero de Mayo.