viernes, noviembre 22El Sonido de la Comunidad

José Martí: Guía espiritual de su pueblo

Aquellos disparos anunciaron el desastre en Dos Ríos. Cuba tembló. Fue la última decisión de José Julián Martí Pérez y aunque le advirtieron quiso ser un relámpago en la batalla como mismo lo era cuando se le amontonaban los versos, dialogaba con los tabaqueros o se despertaba en la noche para concebir su país.

Fue mambí por un día sin desenfundar el revólver y el machete. Sobre el caballo que sintió la cercanía de la muerte cabalgó el Apóstol y resultó el blanco del enemigo. Con 42 años pensó por un siglo y en el presente tiene voz el fundador del Partido Revolucionario Cubano.

Antes de que su pluma brillara en “Patria”, a Pepe lo leían desde los intelectuales hasta los niños. El hombre que con su verbo sedujo a las señoritas lo mismo arengaba un combate con esa prosa fina, que cronicaba de artes o presagiaba las ambiciones del imperio de la otra orilla.

Con ojos de niño ya veía la Guerra Necesaria y encontró en la literatura el arma para enfrentar la Metrópolis. En estrofas descargó su ira por los latigazos retratados en la piel de los negros esclavos. Siempre empuñó las letras para suplicar independencia y con palabras derribó a todo un ejército.                                                                                    Ese es el padre de José Francisco a quien dedicó poemas desde la distancia porque Ismaelillo fue uno solo pero hijos para adoctrinar le han sobrado en cada época.

A Martí hay que leerlo para transfundirnos con su ideología. Al habanero de la calle Paula hay que aferrarse en todos los tiempos e intercambiar con su testamento legado a una América a la que llamó nuestra.

Al humilde de oratoria perfecta, a quien sufrió indignaciones, al ilustre vestido de negro que cayó de cara al sol, hay que sentir y pensarlo como lo que es, el guía espiritual de su pueblo.                                  

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