No es justo que después de tanto trabajar a la espera de una ya de por sí alargada edad de retiro, también ahora los interesados deban demorar meses para cobrar la pensión y poder decidir qué hacer con su tiempo y a qué dedicar su jubilación
Hace ya más de cuatro meses Marina presentó su solicitud de jubilación. Entonces, comenzó a soñar con ese día que creyó inminente, cuando ya no escucharía más la alarma de su teléfono a las cinco y media de la mañana y se levantaría a todo tren a preparar la coladita de café y el desayuno familiar para luego salir disparada antes de que se le fuera la última guagua porque nunca le gustó llegar tarde al trabajo. Pero todavía espera ansiosa ese momento.
Como ella, muchos otros espirituanos se ilusionaron con un merecido descanso para dedicarse a cuidar a sus nietos o emprender tantos proyectos hogareños pospuestos por la premura de una vida laboral activa; para al menos tener tiempo de arreglarse el cabello sin prisas u ocuparse a tiempo completo en atender a un familiar encamado, entre tantas otras urgencias que impone la vida cuando se cumplen 60 o 65 años.
Nada más justo que la jubilación, un momento especial después de una larga hoja de servicios en la vida de todos los trabajadores, que este año se ha visto empañado en Sancti Spíritus por una demora inusual en la tramitación de los expedientes, realidad que ha obligado a muchos a permanecer en espera durante varios meses para recibir su primera pensión.
Mientras se mantienen en ese limbo algunos pidieron licencia sin sueldo, otros presentaron certificado, muchos continuaron en su labor, pero a casi todos les rondan no poca impaciencia y muchas inquietudes.
Si no quiero seguir activo estos meses, ¿después me pagan retroactiva la chequera?, ¿puedo legalmente dejar de trabajar sin cobrar?, ¿quien aspira a recontratarse debe esperar la jubilación?, ¿por qué antes este trámite casi no demoraba y ahora tarda tanto?
Resulta que el 2021 fue el primer año de la reforma integral de salario y como resulta lógico la inmensa mayoría de quienes arribaron a la edad establecida decidieron esperar para recibir el beneficio de una pensión más digna, solo calculada con lo devengado en ese último lapso, una excepción que los favorece al no incluir —como de costumbre—, el promedio de los ingresos recibidos en un quinquenio anterior.
En el escenario espirituano, donde el envejecimiento poblacional ya constituye una preocupante realidad, al unirse prácticamente dos años de solicitudes en uno las cifras se dispararon: hasta marzo ya se habían tramitado en la provincia 3 100 expedientes, que representan el 86 por ciento de los que normalmente se gestionaban en 12 meses.
La Filial del Instituto Nacional de Seguridad Social (Inass) aquí asegura que el principal cuello de botella se encuentra en el municipio cabecera, donde radican más de 400 entidades y se concentra el mayor número de recursos humanos laboralmente activos.
Además de los días de cola a inicios de enero para sacar turno, ahora no pocas entidades y sus respectivas administraciones reciben —sin comerla ni beberla— las quejas e inconformidades de esos 300 trabajadores que se calcula aún quedan pendientes en una larga lista de espera.
La filial del Inass en la villa del Yayabo, donde por cierto trabajan con mínimas condiciones, se ha mantenido congestionada todos estos meses y solo cuenta con tres tramitadoras para recibir y procesar tantos expedientes, labor que apoyan algunos especialistas y directivos de la filial provincial, hasta donde sus responsabilidades se lo permiten.
Aunque los cálculos habituales ahora se reducen a un solo año y no a cinco, los conocedores de esta materia insisten en que los trámites demoran porque implican una minuciosa revisión de documentos, llenar la hoja de resumen, dividir y multiplicar, sacar por cientos; sin mencionar que cada expediente resulta distinto al otro y algunos han trabajado en diversos centros o presentan contratos que obligan a otros cálculos, lo cual hace más engorroso el análisis.
Además, se ha diversificado el diapasón de la fuerza de trabajo, con el aumento de los regímenes especiales relacionados con las mipymes, usufructuarios, artistas, trabajadores por cuenta propia, entre otros oficios que implican también revisar el aporte a la ONAT y demás procedimientos específicos.
En general, la tramitación de todos los expedientes se desarrolla de forma manual para luego captar la información en la computadora; y no termina en la mañana cuando se reciben los documentos como algunos piensan, sino que continúa en las tardes con trabajo de mesa y el intercambio con los trabajadores recién jubilados sobre todo lo referente a su pensión.
Mientras la espera continúa, Seguridad Social aclara algunas dudas, por ejemplo, quienes cumplen los requisitos para jubilarse pueden dejar de trabajar, pero no recibirán salario alguno ni pago retroactivo de la chequera, hasta tanto se calcule su pensión.
Por otra parte, aquellos que pretendan recontratarse deben esperar obligatoriamente que concluya este proceso y en todos los casos el primer pago se concreta al otro mes de resuelto el expediente.
Cuestionada por esta espera que, con razón, a muchos desespera, la filial del Inass en la provincia se defendió con los argumentos de que no cuenta con fuerza adicional para asumir esta avalancha de solicitudes, desconocían la real magnitud de lo que se avecinaba y no tuvieron posibilidades de capacitar a más personal porque sus puestos nunca han resultado atrayentes, debido a los salarios módicos y a las modestas condiciones laborales.
Sin embargo, a pesar de todos estos argumentos reales, al Instituto Nacional de Seguridad Social y su filial en el territorio les faltó visión y perspectiva para prever este abarrotamiento y capacitar más personal propio o ajeno, con vistas a reforzar el área donde se tramita la jubilación.
Porque no es justo que después de tanto trabajar a la espera de una ya de por sí alargada edad de retiro, también ahora los interesados deban demorar meses para cobrar la pensión y poder decidir qué hacer con su tiempo y a qué dedicar su jubilación.
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