De la palma real se aprovecha todo, hasta la estructura que soporta el palmiche, una vez desgranado, puede convertirse en una excelente escoba, muy empleada por nuestras abuelas y bisabuelas para barrer aquellos pisos de tierra o limpiar el batey de las casas de campo. Le cortaban la parte que las ataba a la palma y con los ariques de las yaguas, daban amarres a la futura escoba, que antes debía ser humedecida, una vez concluidos los amarres se ponían a secar y en pocas horas a barrer con ellas.