Protagonistas de la primera aplicación en Sancti Spíritus de este candidato vacunal Abdala cuentan sus experiencias a Escambray.
Tomado de escambray.cu
En el área de observación, diligentemente atendido por el personal médico, el paciente César Martínez esperaba a que su tensión arterial cogiera el paso para recibir la tercera dosis de la vacuna. Al parecer, esa mañana se le había ido la mano con tres o cuatro tazas de café y la presión le subió a 150 con 100.
“Soy hipertenso, pero normalmente me mantengo controlado. Ahora me pusieron un Captopril debajo de la lengua y me inyectaron una Furosemida. Me siento bien”, cuenta este trabajador del sistema de la ciencia en Sancti Spíritus, quien forma parte del estudio de intervención controlada que se desarrolla aquí en 301 voluntarios con el candidato vacunal Abdala.
Hasta ahora, asegura, no ha vivido reacciones adversas de consideración: “La primera vez no me dio nada, en la segunda sentí un poquito de malestar, como el cuerpo corta’o, pero fue un ratico, me tomé una Duralgina, me di un baño y se me quitó. Es esencial ponerse la vacuna para evitar el virus”.
ESPERAR PARA VER
En un vacunatorio habilitado en la Universidad de Ciencias Médicas, con una marcada exquisitez en la organización, la higiene y el seguimiento a los protocolos establecidos, ha transcurrido este estudio, donde por primera vez en la provincia espirituana se aplicó una de las propuestas cubanas para enfrentar la COVID-19.
Experimentados médicos y enfermeras, personal de laboratorio clínico, profesores de la Universidad de Ciencias Médicas, representantes de EMCOMED y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) —que coordina esta experiencia aquí— han protagonizado la esperanzadora intervención.
“Ha sido una buena experiencia. Este es un producto nuevo, una manera de hacer diferente y una intervención a mayor escala que lo que nosotros estamos acostumbrados, con criterios de intervención mucho más laxos. Además, trabajamos con un excelente equipo, muy profesional, todos entrenados en buenas prácticas, en el manejo de los eventos adversos y la dirección del CIGB se ha encargado de garantizar todas las condiciones”, valora la doctora Iralys Benítez Guzmán, representante desde el 2012 en Sancti Spíritus del Centro Nacional Coordinador de Ensayos Clínicos.
¿Cómo se comportó la asimilación del medicamento?
“Hemos tenido algunos eventos adversos, los más frecuentes en el sitio de la inyección, dolor, enrojecimiento, las manifestaciones propias de cualquier vacuna. También hemos tenido algunos eventos sistémicos leves, en su mayoría explicables por patologías que ya las personas tenían, todos controlados sin necesidad de recurrir a una sala de urgencias, ni a un cuerpo de guardia”.
Pero aún queda pendiente tomar muestra de sangre después de la tercera dosis para ver el resultado de la vacuna.
“Antes de la primera administración se hizo una extracción de sangre para dosificar sus condiciones basales y verificar que no tenían circulando anticuerpos contra el virus. Ahora, en el día 56 después de la primera administración, tenemos otra extracción que es para hacer cuantificación de los anticuerpos neutralizantes que tiene el paciente, para determinar la respuesta del organismo a la vacuna y verificar que cada uno de los sujetos haya desarrollado el título de anticuerpos que le permita la protección contra el virus”.
¿Qué expectativas tienen sobre el resultado final del estudio?
“Es una respuesta que no podemos anticipar, pero en los estudios previos fase uno y dos la vacuna ha demostrado inmunogenicidad, un buen perfil de seguridad, sin eventos adversos graves. Eso es lo que estamos esperando, pero tenemos que esperar al final”.
OPTIMISMO EN UN FRASCO
Esta intervención —que beneficia a trabajadores del sistema de ciencia en Sancti Spíritus, de Biocubafarma, de la agricultura, a investigadores y profesores de las universidades del territorio, así como a los trabajadores y colaboradores del propio CIGB— también ha favorecido a la Universidad de Ciencias Médicas.
“Hemos ganado en experiencia desde el punto de vista científico-metodológico. La unión con el CIGB es muy importante para futuras investigaciones. Doce trabajadores nuestros fueron capacitados y ahora pueden incorporarse a la vacunación que se está desarrollando en grupos de riesgo. Esto ha sido como dice la canción: dentro de ese frasco está el país”, explica Juan Carlos Mirabal, su rector.
La profesionalidad del personal de Enfermería, siempre en contacto directo con el paciente, también ha distinguido este proceso: desde la jatiboniquense Mayelín Rodríguez, quien jeringuilla en mano aplica el medicamento en el lugar exacto mientras aclara la más mínima duda de los implicados, hasta la experimentada Herminia Rodríguez en el área de Observación.
“Antes de ponerles la vacuna controlamos las cifras de tensión arterial o glicemias altas, pero esos casos no han tenido una alta incidencia. En la media hora de observación posterior no hemos tenido eventos adversos. Este es un trabajo que ha llevado mucha consagración, disciplina y entrega”, comenta esta última con amplio aval como coordinadora de ensayos clínicos en el Hospital Provincial.
Mientras, el doctor en Ciencias Enrique Rosendo Pérez ya refiere un primer resultado anecdótico: un paciente a quien, entre la segunda y la tercera dosis, se le enfermó toda la familia con la COVID-19 y él se mantuvo negativo.
Entonces, ¿los sujetos de este estudio podemos esperar salir más saludables después de ser vacunados?
“Sí, categóricamente, unos más y otros menos. Aunque el estudio continúa, estamos en fase tres y hay que ver la incidencia de la enfermedad. Lo que se busca con esta intervención es que la sintomatología disminuya a efectos menos graves, que las personas se mantengan asintomáticas y que nunca padezcan los peores estadios de la enfermedad”.