Tras sesenta y seis años del alzamiento de la Llorona, la memoria de los mártires recorre cada sitiería, cada escuela y cada comunidad, donde su accionar dejó inscripto su nombre y su ejemplo.
Por: Daisy Pilar Martín Ciriano.
Se conmemora este 8 de agosto, un aniversario más de los terribles sucesos ocurridos en La Llorona, en 1957.
Aún muchos cabaiguanenses, los más viejos, recuerdan aquellos momentos: los rumores que llegaban, el traslado de tropas desde el cuartel y el paso del Tercio Táctico de Santa Clara, el nombre de los muchachos perseguidos. Todo era incertidumbre y desesperación.
Los 15 jóvenes que lograron llegar al valle de La Llorona, en las estribaciones del Escambray, estaban movidos por un ideal puro, intentaban crear de un frente guerrillero en el macizo montañoso.
Durante los días comprendidos entre el 7 y el 12 de agosto, la tiranía, con todas las fuerzas disponibles y aledañas al territorio, desarrolló la cacería. Eran miles de soldados contra un puñado de jóvenes mal armados y con poca experiencia de lucha. Después de la sorpresa en el propio valle de La Llorona, vino la dispersión del destacamento y la persecución.
Dionisio Rodríguez, el práctico y, el primero en caer asesinado antes de la entrada del valle. Después, el 8, cayeron Isidro González Morales, Manolito González Crespo, Manuel Brito Morales y Sergio Espinosa Águila. El 9, fue capturado Horacio González Méndez y el 10, vilmente masacrados, Vitalino Calero Barrios y Beremundo Paz Sánchez. Aún el 12, asesinaron a Rolando Monzón Rivero, un joven villaclareño que no tenía vínculo alguno con los alzados comandados por Félix Hurtado Manso, pero que andaba se paso.
Diversas gestiones realizaron los familiares de las víctimas para recuperar sus cadáveres. Destrozados por la metralla y en estado de putrefacción, fueron bajados de las montañas, recobrados en los cementerios de Santa Lucía y Cabaiguán. Los militares merodeaban amenazantes; pero cada familiar acompañó y despidió a su muerto
Los siete hombres que lograron sobrevivir de la masacre tomaron diferentes rumbos: Enoel Salas Santos, Nilson Martínez Martínez, Orlando Rodríguez Llaugert, Vidal Pérez Rodríguez, Berto y Félix Hurtado Manso y Roberto Paz Sánchez. Unos, alejados del territorio nacional, continuaron la lucha; otros, dentro del país, se mantuvieron clandestinamente vinculados al Movimiento; o combatieron con el Ejército Rebelde.
Tras sesenta y seis años de aquella épica acción armada, la memoria de los mártires recorre cada sitiería, cada escuela y cada comunidad, donde su accionar dejó inscripto su nombre y su ejemplo.
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