Si existe alguna persona a la cual no le queda grande la palabra maestra es a Zoraida Manzano. La educadora, ya jubilada con solo mirar exigía y jamás levantaba la voz ni a maestros ni a los alumnos, es como la dulzura hecha mujer y el respeto que aun inspira un atributo muy personal de ella, gran cantidad de cabaiguanenses le deben su educación, principalmente los que formaron parte de la matrícula de la escuela de oficios, centro al que dirigió por muchos años.