En Cabaiguán, existen programas dirigidos a salvar la tierra que es la que nos da el sustento
Por: Aramis Fernández Valderas
Las semillas no germinan, la sal abraza a los suelos, las bombas hieren los árboles, los gases no tienen control, la capa de ozono se abre. Solo el hombre puede impedir que la Madre Tierra desaparezca y con ella toda la humanidad.
En Cabaiguán, existen programas dirigidos a salvar a la tierra quien nos da el sustento, el ministerio de la agricultura, ha logrado la disminución de los abonos químicos, cuyos sustitutos los orgánicos ganan interés por los productores. Ya la utilización de los restos de cosecha, el humus de lombriz y el compost, no son excepciones sino reglas entre los campesinos.
La reforestación de las franjas hidrográficas y terrenos baldíos, es un empeño de los trabajadores forestales, cada año se plantan miles de árboles y se talan mucho menos que hace diez años atrás en aras de proteger la tierra.
Los programas educativos contemplan la inclusión del cuidado del medio ambiente y el ecosistema, la veda a la caza de los animales en extinción es más radical, los niños y jóvenes toman cultura del esmero con que se debe proteger a la tierra.
Pero, no todo está hecho, aún muchos suelos se colman de malezas, falta la práctica de la rotación de los cultivos, aguas albañales recorren la ciudad y van a parar a cañadas y arroyuelos.
No se aprovecha el agua, aquí más del 50 por ciento del agua que se bombea para el consumo humano e industrial no llega a su destino, se escapa por los orificios de las tuberías.
La basura doméstica intoxica el aire, el dióxido de carbono expulsado por automóviles sin condiciones para circular contaminan la atmósfera.
De la refinería de petróleo, aún se escapan vapores, han trabajado para impedirlo, es verdad, pero la solución no ha sido total. En cualquier sitio se observan los desechos plásticos, oh crimen siniestro contra la tierra, cualquier plástico demora entre cien y mil años para degradarse. La Madre Tierra, en su día lanza el SOS por la vida.