Foto: Osbel Ramón Díaz Mondeja.
El gigante de un solo ojo, aún fija su vista al cielo como pidiendo recuerden el símbolo que fue y ya no es, el centro al que los guayenses adoraron y añoran y del cual solo queda esta y su compañera apuntando al sol y las estrellas como enigmas de un tiempo, de generaciones y la remembranza que olía a melaza en tiempo de zafra.