Hay que amarrarla frente a la oficina de pago, de lo contrario cualquiera arranca con ella debajo el brazo y el cajero tendrá que rendir cuentas. De la pérdida de las anteriores nadie lo hizo público, pero en este caso se trata de la última silla.
Por: Aramis Fernández
Nada de fantasía, es la pura verdad, el asiento vive y muere amarrado a las cabillas, solo lo sueltan los días del pago de salario. Tamaña chapucería, algo de muy mal gusto; pero siempre hay una justificación: “Es la última silla”.
Publicación Recomendada: