Cayó sentada en medio de un banco del parque José Martí de Cabaiguán, no resistió el endeble vientecito de Laura, que hasta las 9 de la mañana solo ha resoplado y no le ha dado por estornudar, le acompañan en los alrededores algunas yaguas compañeras suyas y las hojas secas sobrantes de los árboles.