En la escuela Miguel Ángel Echemendía, de Sancti Spíritus, el impacto del bloqueo de Estados Unidos compromete el desempeño intelectual, emocional y social de los niños con necesidades educativas especiales que allí se forman
“¿Cuántos pollitos hay aquí?”, pregunta la maestra Inés Luna, y el dedo del pequeño Yoandry se desliza por el dibujo a relieve hasta descifrar las figuras y señalar el número 2. Basta escuchar el “Muy bien” y Yoandry, quien padece de mudez desde su nacimiento, ríe, ríe sin cesar.
Esta risa sonora —muchos lo saben— no es precisamente por el Síndrome de Angelman (sonreir y reír con suma frecuencia), que padecen algunas personas; es por sentirse allí, en su pequeñísima aula, el ser humano más importante del mundo.
En la escuela Miguel Ángel Echemendía Ramírez, de Sancti Spíritus, que acoge hoy a 63 niños ciegos y de baja visión, con trastornos del lenguaje y la comunicación, así como a menores con discapacidad intelectual de toda la provincia, se utilizan herramientas —como diría Silvio Rodríguez— para aflojar los odios y apretar amores; los odios, traducidos en el actuar de mala fe del Gobierno de los Estados Unidos con su política genocida del bloqueo contra Cuba, causante de innumerables carencias en la Educación Especial espirituana y cubana, en general.
LAS PIEDRAS DEL BLOQUEO
Para Julio Luis Morales, padre de uno de los alumnos de la Miguel Ángel Echemendía, encontrar un oclusor (dispositivo utilizado para cubrir uno de los ojos) ha sido un vía crucis. Su hijo, bajo tratamiento médico, emplea parches confeccionados manualmente; pero “le molesta cuando va a leer o a escribir porque simplemente eso no es lo que lleva”, se lamenta.
“Debido a que se hace imposible entrar al país este dispositivo por el bloqueo, mi hijo no puede acceder a algo tan sencillo como un oclusor”, agrega.
Nieves Puig Ramírez, mamá de Ezequiel Montejo, reconoce cuánto afectan, además, las roturas de las computadoras y la no disponibilidad de medios para que los niños desarrollen habilidades, y pueda trabajarse mejor la motricidad.
“El bloqueo —dijo— siempre ha perjudicado la Enseñanza Especial; aunque ahora mucho más. Los maestros inventan, buscan alternativas, se entregan a esta labor con una dedicación inmensa y logran resultados. ¿Se imagina con los recursos ideales cuanto más pudieran hacer?”.
Yanet Costa Díaz, estimuladora visual de la escuela, explicó que esta actividad se realiza por la vía tradicional, debido a que la computadora está rota y no es posible trabajar con el software diseñado para ello. “Los macrotipos necesarios para enseñar en el aula —especificó— hay que hacerlos manualmente con un plumón, una regla; pero jamás quedan igual.
“Resulta difícil —prosiguió Costa Díaz— lograr la corrección óptica, porque se dificulta adquirir los espejuelos; son graduaciones difíciles, tallados grandes que no los hay en el país”.
Yanet hizo referencia, además, a las dificultades con el equipamiento, específicamente con la unidad de refracción, la cual hace cinco años no funciona por el deterioro de su lente y, como consecuencia, los niños deben ser atendidos en el Hospital General Provincial General Camilo Cienfuegos, en la consulta de adultos.
Las carencias de lupas para los niños de baja visión y la falta de luminarias para las mesas abatibles que ocupan cada uno de ellos devienen, igualmente, barreras para la salud y el desarrollo docente de estos escolares.
Pese a todo ello, el talento creador salva. Gracias a la filosofía innovadora de los maestros de la Miguel Ángel Echemendía se han dado soluciones, algunas desde la investigación científica, generalizadas, desde el año 2000 hasta hoy, en la Enseñanza Especial del país.
En este sentido, la directora de la institución educativa, Anabel Viamontes Betancourt, con más de 30 años de experiencia en ese centro, habla de la confección de un Cuaderno de Preescritura para niños ciegos, el cual ha sido enriquecido con otras experiencias hasta sustituir, a nivel nacional, el cuaderno de Enseñanza General por uno a relieve.
“Cuando la maestra de preescolar está impartiendo clases —expuso Anabel—, el niño de baja visión trabaja con su cuaderno y, en el caso del alumno ciego, que antes no tenía un cuaderno para familiarizarse con los trazos, ya puede hacerlo”.
Maestros y auxiliares confeccionan, también, medios de enseñanza, propios de la especialidad, que son a relieve, con cajas de cartón, estambres y semillas.
La escuela Miguel Ángel Echemendía dispone de un salón de rehabilitación para los niños con dificultades físico-motoras, concebido con recursos propios, sin equipamientos de alta tecnología; pero sí con un técnico en Rehabilitación, Roberto Pentón, quien une la ciencia y la sensibilidad.
CRIMEN DE LESA HUMANIDAD
Escrito en blanco y negro, el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos impuesto a esta isla caribeña, verdadero crimen de lesa humanidad, se erige como la principal violación de los derechos humanos del pueblo cubano. ¿Restringir el acceso a recursos y tecnologías con las cuales se garantiza el desarrollo integral de niños con necesidades educativas especiales, acaso no constituye un ejemplo irrebatible?
Según consta en el informe que Cuba presentará ante la Asamblea General de las Naciones Unidas este 29 de octubre, entre marzo de 2023 y febrero de 2024, la restricción en los planes de importación y la cancelación parcial e incluso total de contratos destinados al sector educacional, representaron una afectación significativa de los recursos planificados para el desarrollo del proceso educativo.
En este documento, la denuncia de Beatriz Roque Morales, directora nacional de Educación Especial, resulta diáfana: el bloqueo tiene un impacto mucho más complejo, porque las necesidades educativas especiales, cuando se asocian a discapacidades, comprometen no solo el desempeño intelectual; sino, también, emocional y social.
Las medidas irracionales de esta política estadounidense prohíben la entrada a Cuba de lentes y cristales de alta graduación para los niños miopes, de equipamientos para la rehabilitación de los estrábicos y ambliopes, así como de las sillas de ruedas eléctricas para niños con discapacidad físico-motora.
Media hora de bloqueo —explicita el informe— equivale al costo de las sillas de ruedas eléctricas y convencionales que se requieren para atender las necesidades del sistema de educación especial del país (256 363 dólares aproximadamente).
Quince minutos de este entramado de leyes representan el financiamiento necesario para cubrir la demanda de prótesis auditivas destinadas a los niños y adolescentes en situación de discapacidad que cursan la Educación Especial en el país (unos 144 000 dólares).
Niñas y niños de este tipo de enseñanza, con parálisis espástica, no pueden acceder hoy a la toxina botulínica, medicamento que favorece la destreza motora y, de hecho, la inserción en la sociedad de los pequeños. La prohibición la dicta este hostigamiento genocida, pues dicho fármaco proviene de compañías de origen estadounidense o con intereses comerciales en ese país. Con tales argumentos, cabe la interrogante: ¿Qué es el bloqueo sino una cruel política de castigo? ¡Cuánto egoísmo, cuánto empeño de quebrar nuestras utopías!
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