Eugenio Rigoberto Hernández Cortés (Macanito), querido hijo de Guayos, nació el 15 de noviembre de 1930. Está cumpliendo este 15 de noviembre la cifra de 90 años
Fotos tomadas de los muros de Facebook del autor y de otros guayenses
Por: José Ramón Crespo Jiménez (Licenciado en Derecho, Profesor y Escritor)
Cuando yo nací, bastaba levantar la cabeza por el traspatio de mi casa, para ver y oír a Rigo como le dice su familia, fue el mayor de los hijos de Antonio y Zoila. Antonio que su apellido era Hernández, muy conocido en el poblado por Antonio Medina, que en realidad llevaba como su segundo apellido. De hecho, también su otro hijo varón, llamado Antonio, fue conocido por “Pity Medina”. Las hembras se nombran Renélida, Romelia y Radys.
A los quince días de nacido, Rigo se enfermó y fue atacado por la terrible poliomielitis que lo dejó incapacitado de por vida. Sin embargo, su voluntad fue tan fuerte como la propia enfermedad. A pesar de sus limitaciones, se dispuso a enfrentar los retos de la supervivencia y las barreras que le imponía la vida.
Enamorado de los animales, solía andar con su gallito americano abrazado, el cual se le perdía con mucha frecuencia. Y como su lenguaje estaba afectado, para referirse al querido animal, solo decía “macanito” en vez de americanito. De ahí que los hermanos Álvarez, (los caos) lo bautizaran con el apodo que hasta hoy lo acompaña “Macanito”.
Crecí oyendo que sus hermanas lo llamaban Rigo y, Macanito para el pueblo de Guayos, que lo quiso y lo quiere.
Rigo, a pesar de su discapacidad, aprendió lo esencial de las matemáticas y las letras para con el maestro Domingo Trinquete, discapacitado como él y por la misma causa, en una escuela que llamó “Minerva” en el barrio de cantarrana.
Lo recuerdo como un empedernido cinéfilo en el cine “Alkazar” del que repartía la programación semanal. Fue un eficiente distribuidor de las esquelas mortuorias en que se daba a conocer los datos de los fallecidos, familiares y el horario de ceremonia de enterramiento, materiales estos que salían de la imprenta de Wilfredo.
Por boca de su hermana Romelia, supe que mantuvo un pequeño negocio de venta de frutas en el centro del poblado y fue agente para el reparto y distribución de la revista Bohemia. Estuvo involucrado en los ajetreos de la Revolución y muy cercano del valiente Elcire Pérez González.
Fue un apasionado de la cerveza fría, la cual saboreaba como el mejor. En las fiestas de barrio o en carnavales, se convertía en un personaje singular cuando consumía el espumoso líquido usando como vasija un zapato o un orinal al que le colocaba un chorizo en el fondo, a semejanza de algo salido de las entrañas del cuerpo.
Lo recuerdo empujando una pesada carretilla con los rollos de películas que recogía en la terminal del “cepillo” o de la estación de trenes.
Hoy, me retumba en mis oídos, una de sus palabras más relevantes cuando decía “guampa” por aguanta.
En fin, sirvan estos sencillos párrafos para reverenciar y felicitar en el día de su cumpleaños a una de las personas más nobles, conocidas y apreciadas por este querido pueblo de Guayos.
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