sábado, noviembre 23El Sonido de la Comunidad

Marino: un hombre que dejó su impronta en la medicina

Por Daisy Pilar Martín Ciriano

Marino Pérez Paz, es uno de esos cabaiguanenses que han dejado su huella en el territorio y también lejos de este: en Santiago de Cuba.

Nació el 18 de julio de 1938 en Cabaiguán y cursó sus primeros estudios en el Colegio de la Iglesia Presbiteriana de Cabaiguán, después los continuó en el Instituto de Segunda Enseñanza de Sancti Spíritus. Posteriormente y con la ayuda cercana del libanés José Chamán Milla,  alcanzó el título de Doctor en Medicina en la Universidad de La Habana y se especializó en Endocrinología.

Una vez graduado, comenzó a trabajar en Santiago de Cuba en 1970.

Inicialmente el servicio de endocrinología radicó dentro del Hospital Provincial Saturnino Lora. Ya en el año 1975 se percibieron adelantos en la atención a los diabéticos. En 1977 Marino junto a los doctores Ana Navarro y Alberto Reina Hernández realizaron con éxito una labor docente investigativa la cual favoreció los posteriores adelantos en la especialidad. Según datos ofrecidos por el especialista en 1981 a los reporteros de Control, La Revista del paciente diabético, su trabajo fue arduo porque tuvo que enfrentar junto a otros cuatro endocrinos la difícil tarea de educar a los pacientes para lograr su propio cuidado y afrontar además las dificultades para adquirir los medicamentos. El profundo y minucioso trabajo investigativo de este especialista cabaiguanense, permitió interrelacionar esta labor con otras especialidades y ofrecer un mejor servicio a los enfermos. Su mayor anhelo siempre fue la creación de un Centro Antidiabético en Santiago y a ello dedicó todo su empeño.

Marino falleció el 11 de julio de 1984, en Santiago de Cuba, mientras se encontraba realizando un ejercicio para la obtención de grado científico.

En la actualidad existe en esa ciudad un centro de atención al diabético que lleva su nombre como digno homenaje de los santiagueros a su consagrado esfuerzo. Llegue desde esta página, el recordatorio de los cabaiguanenses a su meritoria labor.

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