Un acercamiento al desarrollo de Cabaiguán desde las demarcaciones principales y sus vías de comunicación, permite avizorar los inicios de prosperidad que encierra toda una etapa histórica, mucho antes de la llegada de los canarios
Por: Daisy Martín Ciriano (Licenciada en Historia)
De acuerdo con el censo de vecinos en los partidos de Santa Lucía y Neiva en 1836, bajo cuyas demarcaciones estaba Cabaiguán, se describe la siguiente composición étnica: Santa Lucía 1,429 varones blancos, 1,834 hembras blancas, 275 personas de color negro libres y 505 esclavos, mientras que en Neiva 792 varones blancos, 652 hembras blancas, 157 personas de color negro libres y 168 esclavos.
A lo anterior se agrega que en el mes de agosto de ese mismo año existían 365 fincas y 1 ingenio en el partido de Santa Lucía, mientras que en el Partido de Neiva se consignaban 119 fincas y 3 ingenios. Estas dos zonas despegaron como prósperos territorios agrícolas.
A inicios de 1851, el gobierno español introdujo decenas de familias, procedentes de Islas Canarias, en territorio espirituano, a los cuales se les dio un tratamiento similar como al negro y al asiático. Fueron situadas en terrenos del interior, como fue el caso de Cabaiguán. Estos forzosos inmigrantes incursionaron en la agricultura, mientras que otros como Rafael García construyó e hizo funcionar, el primer tejar en Santa Lucía, convirtiéndose en alfarero.
Cuando 1859 se construyó la llamada carretera de Hernando, ancho guardarrayón que unió a Sancti Spíritus con Placetas, pasando por Cabaiguán se abrió la brecha para que en 1862 este poblado quedara definido como un nudo de comunicaciones: Camino Real que enlazaba a las villas de Sancti Spíritus y Remedios, camino de Cabaiguán a Santa Cruz, que lo unía a La Habana, el camino de Santa Lucía que permitía la comunicación con la rica comarca de las Pozas y Jumento, y el Callejón de Sagrera, que le abría el paso a las zonas de Neiva y Pedro Barba. Aún en Cabaiguán confluyen varias vías de comunicación, por lo que el poblado no ha perdido la vieja condición de considerarse un nudo de caminos.
