Desde su natal Yaguajay y apegado a los hilos de la historia, Jerónimo Besánguiz ha dedicado más de media vida al legado del Comandante Camilo Cienfuegos y el Frente Norte de Las Villas.
El día que Jerónimo Juan Besánguiz Legarreta comenzó a hojear en las páginas del Comandante Camilo Cienfuegos y el Frente Norte de Las Villas, fue como si le hubiesen colocado en el dedo el anillo de la Historia. Desde entonces su voz desnuda cada instante de la épica batalla de Yaguajay que también desató el triunfo del Primero de Enero; vibra cuando relata que los invasores de la Columna No. 2 parecen detenidos en el tiempo, “como si estuvieran esperando una Orden de Camilo, es la prueba de la lealtad que le tuvieron a su Jefe”.
La misma lealtad que el Historiador ha tenido desde que asumió la encomienda de hacer en Yaguajay el Museo Nacional que perpetuaría el legado de “el más brillante de todos los Guerrilleros”, al decir de el Che. Desde entonces, suma décadas de desvelo, de incansable búsqueda, de poner a prueba su inagotable vocación por sacar a la luz cada proeza, hecho, acción o detalle relacionado con la vida revolucionaria y militar del legendario Héroe de Yaguajay. “No fui su soldado, pero he dedicado casi 40 años de mi vida a Camilo”.
¿Cómo llega a usted la vocación por Camilo?
Nací en 1960, pero toda mi infancia tuvo una relación total con su historia. Camilo estaba presente en todo lo que funcionaba en Yaguajay, había dejado un legado moral en las familias, las acciones del Frente Norte también; eso se trasmitía, era parte de la vida de la gente; a mí y a muchos compañeros de mi época nos caló profundo.
Algo que me apegó a esa historia fue la toma simbólica del cuartel que se hacía en aquellos años, escenificando la batalla final de diciembre de 1958; todo el pueblo se movía hacia allí, se le daba a ese momento un respaldo tremendo, venía hasta una avioneta y se recreaba un escenario que te acercaba al suceso original. Ese 31 de diciembre se convertía en un acontecimiento en Yaguajay y no había mejor clase de Historia que vivir aquellos minutos en el propio escenario de la batalla.
La toma simbólica de hoy ha perdido aquel carácter, se ha vuelto formal y no transmite todo el mensaje que puede derivarse de esa recordación para trasladarlo a las nuevas generaciones.
¿Fue un proyecto de su vida dedicarse al legado de Camilo?
Nunca fue un proyecto prefijado en mi vida. Cuando termino el preuniversitario en Remedios me interesaban dos carreras: Veterinaria o Historia; entre las opciones universitarias estaban las carreras Pedagógicas, pero esos perfiles no se ofertaron. Regresé a Yaguajay, era la etapa de la creación de las tres provincias centrales, se crea la primera planta de retrasmisión de Radio y empiezo a trabajar ahí.
Luego en Sancti Spíritus se abre la escuela de Enfermería, los compañeros de la Juventud que me conocían me proponen para pasar un curso emergente y trabajar de profesor. Impartí por varios años Historia, Marxismo y Movimiento Obrero Internacional. También matriculé Historia en la Universidad y terminé la Licenciatura en 1986.
Por esa época se comienza a preparar en Yaguajay el Museo Municipal, no existía, y colaboraba desde Sancti Spíritus. En 1983 el Museo presentó dificultades con el personal y lo cierran; el Poder Popular del municipio me propone venir para director del museo y, en febrero de 1984 regreso a Yaguajay para siempre.
¿Fue el museo la puerta para entrar a la historia de Camilo?
Me enfrasqué junto a otros compañeros en la misión del Museo Municipal y lo primero era investigar la Historia local, fue el primer trabajo de ese tipo hecho en la localidad desde una institución. Comenzamos a buscar exponentes para demostrar esa historia que se iba perfilando y empezamos a recopilar un documento sobre tal hecho, una carta de Máximo Gómez, una foto de Camilo Cienfuegos…
Logramos reorganizar y nutrir de exponentes el museo, que mostraba en su última sala la etapa más reciente: Camilo y el Frente Norte; a partir de ahí me dediqué a profundizar más en ese período, el Museo Municipal me abrió las puertas a la historia de Camilo.
¿Cuándo recibe las primeras noticias del Museo Nacional?
En 1987, el arquitecto Pedro (Pedrín) Pérez Argudín, muy vinculado con la dirección del Partido en la provincia, me ve con la idea de la construcción de un Museo Nacional dedicado a Camilo. Ya se manejaban algunas propuestas y empiezo a investigar más profundo.
Figúrate, era como entrar en el mar que me gustaba, siempre me atrajo la historia de Yaguajay y la parte de Camilo era el plato fuerte. Cuando era inminente la construcción del Museo y todas aquellas obras, ocurre un intercambio con Jorge Valdés —ya fallecido—, entonces primer secretario del Partido en Sancti Spíritus y, cuando se va a ir, allá en el Museo Municipal me dice: “¿Ya usted está listo para montar el Museo de Camilo?”. Dije que sí, pero eso me preocupó mucho porque había pasado el tiempo y en Yaguajay apenas existían exponentes de Camilo y el Frente Norte.
“Se hicieron varias propuestas para el lugar del Museo, pero era injusto que si teníamos el escenario real de los hechos, si la Revolución había triunfado aquí también con esa batalla, junto a la del Che en Santa Clara, y el símbolo era Camilo, ¿cómo construir esa institución separada de ese sitio?
“No es que me asustara, es que no estábamos hablando del Museo de Yaguajay, se trataba de un Museo Nacional sobre una figura principal de la Guerra y la Revolución. El reto fue fuerte, una encomienda de esa magnitud no la había vivido hasta entonces. Tuve colaboración de personas de la localidad y de otros lugares, accedí a escritos, a relatos, pero lo más valioso fue contar con fuentes primarias: entrevistar a todos los invasores de la Columna No. 2 Antonio Maceo.
¿Hasta que punto la investigación e intercambio con los protagonistas enriqueció la información del museo?
A la par de la construcción de las obras del museo, empieza la investigación; me auxilié de toda la bibliografía conocida, del libro Camilo. Señor de la Vanguardia, de William Gálvez; aunque algunos le señalan defectos, para mí es lo mejor y más completo que se ha escrito hasta hoy de la vida de Camilo y del Frente Norte. Lo más importante: los hechos están ahí.
Empecé a hacer contactos con los protagonistas, esas personas que estuvieron bajo las orientaciones de Camilo, gente muy sencilla; intercambiamos mucho; recuerdo los valiosos testimonios del general Sergio del Valle, que estuvo muy cercano a Camilo, de William Gálvez, Manuel Espinosa, Orestes Guerra, el hombre de la vanguardia de la Columna No. 2, y así, de todos los invasores.
Para mí lo más significativo de la Columna No. 2 y los invasores es la sencillez y humildad de esa tropa; casi todos al triunfar la Revolución eran analfabetos, pero le tenían una lealtad total a Camilo. Tanta identificación tuvieron con él que hoy tú te pones a hablar con ellos y te das cuenta que están como detenidos en el tiempo, como si estuvieran esperando una orden de Camilo.
Defendí la idea de hacer el museo donde estaba el cuartel, pero esta instalación ya se había transformado en hospital y el argumento de no perderlo era fuerte. Donde está el museo hoy, debajo del monumento a Camilo, lo que iba en un inicio era un gran salón de protocolo para actos pequeños, actividades de condecoraciones y todas las paredes con relieves en barro de momentos de la vida de Camilo.
El local no tiene las condiciones de circulación de aire idóneas ni otras requeridas para ese uso, pero se decide montarlo ahí de forma provisional. Todavía defiendo que radique un día en el cuartel que rindió Camilo y su tropa aquel 31 de diciembre de 1958.
El primer montaje se hizo en el Museo de la Revolución, en una pequeña maqueta, llevamos allí a los invasores, ellos revisaron, hicieron aclaraciones, aparecieron préstamos de exponentes y se concibió la organización que tendría el Museo Nacional Camilo Cienfuegos. Lo inauguró Raúl Castro en un acto masivo el 28 de octubre de 1989, con 35 exponentes; hoy atesora más de 500.
¿Qué vivencias han dejado las vistas de Raúl?
Después del acto inaugural en la plaza, Raúl y otros compañeros de la presidencia bajaron al museo, fue la primera visita oficial que tuvo la instalación y que como director atendí. Raúl recorrió el lugar, miró cada exponente, recordó anécdotas, contó cosas sobre Camilo. Hay un momento en que él dice: “Esta es la parte teórica, pero la historia de verdad está allá afuera”, se refería al pueblo de Yaguajay.
Después vino en julio del 2000 a la Tribuna Abierta como parte de la Batalla de Ideas y luego a la inauguración del Mausoleo el 28 de octubre del 2009. Y siempre recorría el museo, volvía a mirarlo todo, recordaba un detalle, se interesaba por los nuevos exponentes.
En esa visita del 2000 se detuvo frente al traje de carnaval que el propio Camilo se hizo para él, y dijo: “Mira esto, por eso fue, por el oficio de sastre, que Fidel dijo que Camilo era un hombre humilde; esto hay que enseñárselo a todo el mundo”. Después se paró frente a una foto de la inauguración donde aparece él junto a Jesús Montané y otros compañeros. “Si no es por Montané nunca quites esa foto, porque Montané cuando nosotros estábamos presos en Isla de Pinos le vendió a los padres hasta el juego de cubiertos para darnos el dinero y poder venir en el barco para La Habana”.
¿Falta algo de la obra de Camilo por llevarse al museo?
Los museos son espacios limitados que casi nunca te pueden dar toda la información que la institución atesora; hay un centro de información que amplía lo que está en el montaje, el más completo del país sobre Camilo y el Frente Norte; cuenta, además, con una sala de video donde mucha de la filmación en vida de Camilo, la original, está allí; también con la obra de investigadores reconocidos.
Teníamos la investigación, las imágenes, la información de la liberación de los poblados y la Batalla de Yaguajay, pero nos faltaba algo: los libertadores, los que lucharon. Así surge la idea, iniciada por el Segundo Frente Oriental Frank País, de crear los mausoleos del Frente Norte y el del Frente de Las Villas, en Santa Clara.
El mausoleo vino a completar este sitio sagrado, por eso desde entonces se llama Complejo Histórico Comandante Camilo Cienfuegos. Tener en el propio escenario de la batalla los restos de los que liberaron el territorio de Yaguajay es impactante; no están los de Camilo, pero su presencia es permanente.
¿Qué huella le deja haber dedicado más de media vida a la historia de Camilo y el Frente Norte?
Para mí el mayor valor es que se ha convertido en un santuario para homenajear a los invasores y a los combatientes del Frente Norte. Estoy satisfecho con lo que se ha logrado para Yaguajay, por tener el Complejo Histórico, por todo lo hecho desde ahí para prestigiar la figura de Camilo, porque es también prestigio para el territorio y es ejemplo para todos los visitantes. Estoy agradecido del colectivo del museo que también se ha consagrado al trabajo de la institución.
En mí la inconformidad es una herramienta de trabajo y el historiador no se puede detener cuando aparecen obstáculos. Por ejemplo, me pasé 19 años haciendo gestiones en todo el país para traer para el museo una camioneta de un colaborador de Carrillo, actual poblado de Villa Clara, que utilizaron Camilo, Sergio del Valle, Orestes Guerra…; a los 19 años traje la camioneta. Me acerqué al arquitecto Pedrín para hacerle un local parecido al que aloja al caballo de Camilo; el arquitecto hasta donó proyecto al Complejo. Han pasado más de dos años y no hemos podido construir el estand para exhibir la camioneta. La historia no es del museo ni de un historiador, es de la localidad, de la provincia, es de todos. Ha sido un privilegio dirigir el Complejo Histórico; ahora al paso de los años puedo decir que no me asustó dedicar prácticamente mi vida a esta parte hermosa de la historia de Cuba, porque quizá uno de los más interesados era yo. Desde el día que abrí la puerta para investigar la vida y obra de Camilo y el Frente Norte, no ha existido para mí otro camino; no sé si llegaré un día a ser su soldado, a estas alturas solo me he sentido como un gran ayudante de Camilo.