Entre las cultoras del bordado canario en Cabaiguán resalta la ya fallecida Micaela Sánchez Pérez descendiente de inmigrantes
Por: Daisy Martín Ciriano
La cabaiguanense Micaela Sánchez Pérez, se destacó en las habilidades del bordado canario, hasta convertirse en una de sus grandes difusoras. Hija de isleños aprendió este arte desde los seis años, de manos de su abuela paterna, que a pesar de ser cubana, vivió de niña en Las Islas, después se casó y regresó a Cuba.
Siempre se entretuvo mirando a su abuela que bordaba mucho sentada en el portal, con mano precisa tomaba la aguja y el dedal. Así fue que a los nueve años Micaela bordó los primeros trabajos y con once sus labores eran muy curiosas. Desde joven bordó su propia ropa: vestidos, blusas y tapetes. Siempre buscaba en su atuendo, un lugar para colocar un bordado o un tejido a crochet.
Cuando nació su hija Sandra, le confeccionó la canastilla para mantener la tradición de mis ancestros. Es difícil asegurar si sus trabajos fueron mejor en el bordado que en el tejido.
Mientras se mantuvo bordando le gustaba ejecutar el punto perdido o matiz, conocido también como artístico, pues le atraían los vivos colores que se reflejan en el parejo sobre la pieza. Practicaba además, y muy bien, el punto cadeneta, realce, ojal, festón, tallo y muchos más que eran una perfección.
Siempre decía que a una buena bordadora le era fácil combinar los puntos y hasta crear nuevos, para mejorar un dibujo o embellecerlo aún más.
Micaela hoy no está junto a nosotros, pero se recuerda de ella que fue una excelente bordadora que dejó gran cantidad de piezas: baticas bordadas especialmente para su hija, radiantes tapetes, manteles y sábanas, así como blusas y pañuelos con motivos isleños. Durante mucho tiempo, junto a Herma Elia Ríos llevó sus conocimientos a las niñas del Círculo de Interés de Bordado Canario, que radicaba en el Museo Municipal. Algunas de esa jóvenes, hoy continúan practicando el bordado canario. Tradición que en Cabaiguán no ha muerto.
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