Este lunes Cuba amaneció vestida de oro: dos medallas en menos de media hora que hicieron vibrar a esta Isla desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio y allí donde quiera que se encontraba un hijo de esta tierra: ¿Los culpables? Un consagrado y un eléctrico, el uno gigante y el otro sorprendente: Mijaín López y Luis Alberto Orta… ¡qué tremendos cubanos!
Por: Lillipsy Bello Cancio
Fueron pocos los cubanos que salieron el primer día laboral de la semana antes de las siete de casa, los que se vieron obligados buscaron desesperadamente un televisor, un radio o un par de audífonos, en la calle los pocos transeúntes se preguntaban ¿ya peleó?, ¿ya salió?… ¿ya ganó?
Y es que por estos días el deporte mueve las emociones de todo un país, pero lo que ha sucedido en la jornada de este lunes en Tokio, no tiene precedentes: primero un muchacho de allá de la Guinera, con el que nadie contaba nos levantó a todos de la silla, con él empujamos, volteamos, gritamos y lloramos hasta que aquel reloj se detuvo y los que parecieron los seis minutos más largos e la historia se hicieron de ORO….
Y por si pareciera poco, un cortísimo pero eterno tiempo después, subiría el abanderado, el de Herradura, la mole hecha músculos… con su figura imponente y esa actitud desafiante pero respetuosa, temeraria pero elegante, desmesuradamente apasionado pero ecuánime, haría realidad todos los pronósticos, le arrancaría el grito y los aplausos a toda Cuba, dejaría sin voz a un Evyan Guerra que desde que marchó a Tokio se lo había pedido.
El cuatro veces campeón olímpico, el único que ha logrado esa hazaña, el mejor del mundo se llama MIJAÍN LÓPEZ… y es de Cuba… Es este gigante pinareño el hombre más asediado del mundo hoy, la entrevista que todos los periodistas quisiéramos hacer, el más aplaudido, el más aclamado… pero es también el símbolo de un país que se desveló entero para verlo luchar, ganar y reverenciar a sus rivales.
No podrá el Makuhari Messe Hall olvidar este 2 de agosto de 2021; pasará mucho tiempo para que se acomoden las emociones de árbitros, atletas, entrenadores, federativos… de todos los cubanos; serán muchas más las ocasiones en que volveremos a repasar, incluso ese instante en el que, al terminar su combate y pasó la emoción del triunfo, Mijaín se quedó por un instante en el centro del colchón, un instante casi imperceptible, en el que CAMPEÓN respiró todo el oxígeno que había dentro del ya histórico centro deportivo… fue este, quizás, su minuto más íntimo, el que según adivinan algunos colegas, del campeón, devino el justo tiempo en el que recordó la primera vez que ganó un combate, o cuando se propuso ser campeón olímpico.
No soy experta en deportes, me considero una neófita en esto de las técnicas y las “pasividades”, soy una atrevida en estas materias… y desde ya hay muchos hablando que si la táctica, que si la estrategia, que si el manejo de las reservas… si a mí me preguntan, Mijaín ganó a puro coraje, por su dedicación, por su esfuerzo desmedido, por su valor inagotable, por su eterno compromiso con la Patria, con los suyos, con Fidel.
No quedó un cubano en ningún rincón del mundo que no se olvidara durante seis minutos de sus problemas, escaseces, ausencias y desafíos para voltear sus energías todas a la pantalla de un equipo en lo que parecía les iba la vida a todos… y eso se lo debemos a este gigante de ébano, que le abrió las puertas de la eternidad a una pequeña isla del Caribe en la lucha grecorromana.
Y es que el resultado logrado este lunes por Mijaín, lo inscribe para siempre entre los grandes del olimpo, no solo por sus méritos deportivos, que son muchos, si no por su sencillez y humildad, que lo han hecho ser uno de los preferidos del pueblo cubano, y del mundo, por eso, no podemos menos que gritar otra vez: ¡GRACIAS, CAMPEÓN! ¡LA PATRIA TE HA CONTEMPLADO ORGULLOSA!