El hijo de Juan Santander también fue un extraordinario sindicalista que siempre estuvo del lado del obrero
Por: Hugo Crespo Crespo
Cabaiguán es una tierra de mujeres y hombres que históricamente se han destacado en la construcción y desarrollo de este sitio del centro de Cuba, desde nuestros antepasados hasta la actualidad. En la agricultura, la ciencia, el arte, la educación, la salud, el deporte y en las diferentes etapas de la lucha por la independencia; sobran los ejemplos para llenar esta y otras cuartillas.
Uno de ellos a quien hoy quiero hacer referencia, y que quizás para muchos pase desapercibido por su lado, ha sido uno de los mejores dirigentes sindicales de este pueblo y uno de los lugareños que acumula un sinnúmero de reconocimientos por su trayectoria, que están ahí, en su transitar y huella por la vida, sin llegar a planos estelares de los medios, ni a la fama, porque para él y para quienes lo conocemos, saberse hijo del querido líder obrero Juan Santander Herrera, de lo cual no hace alarde; es suficiente para entender que hijo de gato, caza ratón, y éste, sí que lo cumplió.
Misael Santander Álvarez, nació en Cabaiguán el 14 de julio de 1949, época en la que conoció bien de cerca la situación imperante en el país con los gobiernos de turno y el accionar de su padre para cambiar aquel estado de quietud y desmanes sociales.
En medio de aquellas circunstancias y de forma honrada, trabajando duro y luchando contra adversidades, pudo cursar sus primeros estudios, pero no fue hasta 1968 que se graduó de maestro primario el ISP Makarenko y de Secundaria Superior en la especialidad de Geografía en el ISP Félix Varela de Villa Clara en 1981. Militó en las filas de la UJC por más de diez años e ingresó al Partido en 1976.
Misael laboró como profesor y dirigente sindical, alternando la actividad por más de 40 años y posteriormente como técnico en explotación del petróleo en la refinería Sergio Soto Valdés de esta localidad.
En su trayectoria laboral, social y política, fue merecedor de varios reconocimientos entre los que destacan, la medalla de la alfabetización, la 40 Aniversario de las FAR, la Jesús Menéndez, la Distinción Rafael María de Mendive, carné acreditativo de la participación en la recogida de café en 1962 y varios sellos conmemorativos otorgados por la CTC, como el 40 Aniversario de la fundación del Sindicato de la Educación, el 55 y 60 Aniversarios de la fundación de la CTC, el 35 de la Campaña de la Alfabetización, el del 35 Aniversario del natalicio de Lázaro Peña, el del 30 Aniversario de la caída en combate del Guerrillero Heroico y destacado en la comisión de candidatura provincial de las elecciones generales del 2003 y 2008.
A Misael, se le puede ver en ocasiones montado en su bicicleta, recorriendo el pueblo que tanto ama, en busca como cualquier otro ciudadano, de las cuestiones vitales para vivir, sus medicamentos, sus productos del agro, visitar a un amigo, participar en un encuentro con la historia en la Cátedra Comandante Faustino Pérez y en la secundaria que lleva el nombre de su progenitor o hacer su parada siempre necesaria en la CTC Municipal; sitio que añora y lleva en su memoria, en la que en algunas oportunidades es invitado a eventos, talleres y reuniones, como jurado o simplemente como ese portavoz de la esencia de un trabajo a esa instancia, de lo que hoy es referencia obligada para todos los obreros de este terruño.
Para este hombre, caracterizado por modestia, sencillez y altos valores humanos, lo más importante es ver a su pueblo avanzar y crear, en este presente de lucha y perseverancia, donde no se puede olvidar aquel pasado, donde hombres y mujeres de esta tierra, se privaron o enlutaron la sonrisa para que otros pudieran vivir en paz. Eso dice Misael, este es el patrón a seguir y que mientras exista vergüenza, decoro y memoria, no puede detenerse lo que nuestros padres fundadores hicieron y hacerlo bien con dignidad.
Mi padre; refiere Misael con voz firme, fue pobre y murió pobre, lo poco que tuvo lo compartió con cuanta persona vio necesitada, fue en ocasiones golpeado y expulsado de algunos sitios durante los años de la neocolonia, pero nunca se doblegó y siguió haciendo obras buenas hasta el día de su muerte física. Eso es lo que queremos, seguir este espíritu con entereza y pasión, para que estas y futuras generaciones puedan amar y defender más sus raíces, sus tradiciones, su cultura y su historia, en fin a la Patria.
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