Julián Basilio Muñiz Guevara, hombre de la escuadra y el compás, tanto en su práctica masónica como vida laboral, trascendió entre los miembros de la logia “Luz y Verdad de Cabaigán”, no solo por ser Venerable Maestro con el grado 33 y transitar desde su iniciación por todos los rigores de la masonería.
Por: Aramis Fernández Valderas
Cuando sus 93 años, le eran mucho para poder asistir a todas las secciones, no le fueron suficientes a la hora de dar sabios consejos tanto a sus hermanos como a la familia, criada con profundos valores humanos, dando altos vuelos al libre pensamiento.
Nacido en el Central Carmina, provincia de Villa Clara, inscrito en el barrio de Santa Lucía, no recordaba cuando se aplatanó en Cabaiguán, donde sus huellas están impresas en el granito fundido y la carpintería de varias viviendas y edificaciones estatales del territorio.
La mano derecha no queda tranquila, los pies no resisten las caminatas, fornido aún y la mente clara, repasa la historia de los últimos cincuenta años de la Logia Masónica de Cabaiguán, en los cuales él ha jugado un papel esencial, principalmente formador y transformador teniendo en cuenta los predecesores. Así lo aprecié hace cuatro años cuando el 13 de octubre me dio una entrevista al cumplirse el centenario de la Logia Masónica de Cabaiguán.
Con su mirada firme, y las canas bañando la frente, sus palabras seguras; no vacilaban, veia en el centenario masónico de este pueblo la posibilidad de un mayor despegue, el crecimiento de la comunicación, el incremento del amor al prójimo y el fortalecimiento de la obra del arquitecto del universo.
Juan Basilio, o simplemente Muñiz, como casi todos los cabaiguanenses le llamaban, ha fallecido pero sigue siendo útil. El Venerable maestro, martiano de corazón, será siempre recordado como un hombre de carácter fuerte y corazón de ángel, como el mazón y el albañil que trató de no quedar mal jamás y andar siempre con la verdad como amuleto por ser su mayor tesoro.
Publicación Recomendada: