sábado, noviembre 23El Sonido de la Comunidad

Neuronas trinitarias en Soberana 01

La profesional espirituana Tammy Boggiano forma parte del equipo científico creador del primer candidato vacunal cubano contra la COVID-19.

Al otro lado de la línea telefónica se autodefine con una sinceridad abrumadora que sella como el cimiento de una muralla: “Soy callada, bastante estudiosa y disciplinada. Intento buscar el disfrute en todo lo que sucede, incluso en los problemas. Me considero una persona fiel en los diferentes aspectos de la vida, trato de ser fiel a los principios en los que creo, a la gente que quiero y a lo que me rodea”.

Esta vez, la noticia llegó sin buscarla. Alguien comentó, con orgullo insoslayable, que una científica espirituana formaba parte del equipo creador de la vacuna Soberana 01. Desde entonces, entrevistar a la trinitaria Tammy Boggiano Ayo se convirtió, más que en una obsesión, en instintivo deber o simple acto de justicia con una profesional desconocida en su propia tierra.

Pero no fue difícil porque, a pesar de la distancia, de la timidez anunciada, la razonable carga laboral y doméstica, ella resultó no solo accesible, sino también una excelente interlocutora. “El origen geográfico de mis apellidos es italiano y de Nigeria, pero no conozco ancestros extranjeros, todos de los que tengo noticias son trinitarios. Mi mamá fue maestra y mi papá económico”.

¿Por cuál de sus venas comenzó a circular la pasión por la ciencia?

Desde secundaria me gusta la ciencia. Tuve excelentes profesores. También en el pre. No solo los de ciencias, pero especialmente los de Matemática, Física y Química me inculcaron ese amor por la ciencia. Ya cuando entré al IPVCE fue una dedicación ciento por ciento sobre todo a Química, estaba en ese grupo de concurso. Estudié Licenciatura en Radioquímica en lo que era anteriormente Instituto de Ciencia y Tecnología Nuclear, que ahora es el Instituto de Ciencias Aplicadas.

¿Cómo llegó a una institución tan prestigiosa como el Centro de Inmunología Molecular (CIM)?

Ahí hubo casualidad y causalidad, porque cuando estaba en segundo año me di cuenta de que me gustaba mucho la computación y estuve casi a punto de cambiar de carrera, pero mis profesores de Computación me dieron un camino alternativo que fue empezar a programar sistemas biológicos. Entonces me vinculé al CIM, que necesitaba de ese trabajo. Ahí hice mi tesis de grado y luego me quedé trabajado allí.

Comencé desde el inicio en la parte de Desarrollo de procesos. La modelación de bioprocesos consiste en tratar de llevar a un programa de computación lo que sucede cuando uno está cultivando células. Es muy importante cuando uno está utilizando esa célula para producir medicamentos conocer o simplificar lo más posible el proceso. Eso ayuda al científico, al productor a controlar ese fenómeno que es muy complejo. Casi siempre he trabajado en esa parte de toda esta industria biotecnológica que toma la idea de las investigaciones o lo que ponen en la patente o lo que va a ser el producto futuro y lo convierte en un producto real en un bulbo.

¿No sintió escalofríos o temores cuando supo que participaría en transferencias de tecnologías de grandes empresas y compañías de la India, China y Tailandia?

Por supuesto, uno se enfrenta a problemas totalmente nuevos, sobre todo por el choque cultural, porque realmente desde el punto de vista técnico profesional Cuba tiene un nivel que puede compararse con el estándar mundial. Ahora lo veo con más calma, pero daba un poco de miedo. La cultura institucional es muy diferente de un lugar a otro y viene dada sobre todo por la cultura de la nación. En Asia, que es donde más he trabajado, la diferencia entre los niveles en la empresa es mucho más marcada que aquí.

Por otro lado, te tienes que ganar el respeto profesional de colegas que no te conocen. Después que ellos asimilan que sabes, que tienes la experiencia técnica, que puedes guiarlos, son gente sumamente disciplinada y fiel. Hay que tener paciencia, pero también firmeza. Yo creo que en China, sobre todo por el hecho de yo no hablar chino, solo hablo inglés, fue un poco difícil. Por suerte me dejaron elegir el equipo con quien iba a trabajar, muchachos muy inteligentes. Fueron tres años y medio. Logramos salir adelante a pesar de que ser complicado.

Si según cuentan usted recibió tentadoras ofertas de trabajo en China, ¿por qué regresó a Cuba?

No fue para seguir en el mismo lugar, fue una oferta de otra empresa. Pero, nosotros somos trabajadores del CIM, estaba allí con mi esposo, que trabajó mucho tiempo en producción y actualmente es el director del CIM. Tenemos un compromiso con el centro y con el país. La patria es como la familia, uno la puede dejar por un tiempo, pero abandonarla es un poco difícil para alguna gente”.

¿Cuáles considera sus principales resultados y satisfacciones como científica?

El desarrollo del medicamento Itolizumab es una de las cosas que más satisfacción me han dado, fue un resultado que obtuvo premio de la Academia de Ciencias en el 2014. Es un producto realmente muy bueno que se desarrolló para enfermedades autoinmunes, soriasis, artritis reumatoide, pero que se reposicionó con la COVID-19 para tratar a los enfermos que tenían lo que se llama la tormenta de citoquinas y ha dado muy buenos resultados también ahora.

El otro del que me siento complacida es del registro de un anticuerpo biosimilar, el CIMAbior,que se utiliza para tratar pacientes con linfoma no Hodgkin. No fue inventado por nosotros, pero ya se le venció la patente y lo hicimos acá en nuestro centro, sobre todo para darles cobertura a los pacientes nacionales. Copiar a veces es más difícil que hacer el original, sobre todo porque las compañías no explican cómo lo hicieron, uno tiene que imaginárselo. Ese no tiene patente; el primero, sí.

¿Qué podemos esperar los cubanos de Soberana 01 en su competencia pírrica con candidatos vacunales de poderosas biofarmacéuticas del primer mundo?

Soberana 01 está pensada o estructurada sobre una plataforma que es muy segura, a diferencia de otras vacunas que están hoy en el mundo entre las que van adelante en esta carrera. Hay diferentes tipos de vacunas que se están trabajando para la COVID-19 a nivel global. Yo pienso que si algo tiene la de nosotros es que es una vacuna segura. Es la primera cosa. Y demostrará en la segunda etapa de desarrollo que es una vacuna efectiva. Claro, eso lleva su tiempo, pero tengo confianza en que Soberana 01 va a ser exitosa.

¿Cuál fue la participación suya como científica y el aporte del CIM en el candidato Finlay FR-1?

Esta es una vacuna que se llama vacuna de antígenos o de subunidades, se basa en la vacuna VA-MENGOC-BC que es la que se le pone a los niños, con la diferencia de que se le añade una proteína que es del virus para que el sistema inmune reaccione, levante anticuerpos contra esa proteína que es específica para el SARS-CoV-2. En este caso, esa proteína específica del virus se debe producir en células de mamíferos, porque es una proteína compleja. Como el CIM es el centro cubano que tiene experiencia en el desarrollo y producción de este tipo de moléculas complejas, pues ese fue nuestro espacio para participar en ese candidato vacunal.

El Instituto Finaly, que lleva el liderazgo en Soberana 01, nos convocó para que pusiéramos nuestro saber hacer en la producción de este antígeno. Estamos trabajando en Soberana 01 y en Soberana 02. Existe también un candidato vacunal del CIGB que igual lo estamos desarrollando en conjunto.

El CIM se ha ocupado también en producir varias moléculas que sirven para los ensayos. Por ejemplo, el Centro de Inmunoensayo está desarrollando kits rápidos y nosotros suministramos moléculas para esos kits. En estos proyectos están involucradas muchas personas, esta es una ciencia de colectivos, que solo se logra si todo el mundo trabaja mancomunadamente. Se está trabajando muy duro los siete días de la semana, un promedio de 12 horas. Hay mucho sacrificio de todo el equipo y es bueno que la gente lo sepa.

¿Qué fórmula aplicó un país del Tercer Mundo para colarse en esta reñida competencia?, ¿cómo la ciencia cubana ha vuelto a ser finalista en una carrera contrarreloj por la vida?

Creo que Cuba tenía la materia prima para hacerlo con el desarrollo de la industria biotecnológica y farmacéutica que viene desde que nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro empezó a promover esta industria. Aunque no tengamos los recursos financieros que tienen otros países, otras compañías internacionales, nosotros contamos con un capital humano formado y sobre todo comprometido. Contamos también con la unidad de la industria farmacéutica cubana que es muy importante. Hay diferentes fortalezas que se complementan para ir adelante en esta carrera y a lo mejor no llegar en los tres primeros puestos, pero llegar.

Llegar ya es un triunfo muy importante. El espíritu es lograr la soberanía, sobre todo en la salud de nuestro pueblo y eso siempre ha sido una premisa y sigue siendo la voluntad política de nuestro gobierno y el convencimiento del Presidente Díaz-Canel de que la ciencia puede salvar a nuestro país.

¿No corre peligros la calidad de una vacuna que ha nacido azuzada por la justificada urgencia de una pandemia global y en lugar de demorar diez años como resulta habitual ha nacido en apenas unos meses?

No, los productores cubanos estamos comprometidos éticamente sobre todo con la seguridad, después con la eficacia claro, pero estamos comprometidos con la seguridad. A nivel mundial se ha pasado por diferentes etapas. Se dijo que se iba a ir muy rápido  y eso trajo cierta inquietud, pero yo creo que incluso a nivel mundial hay una etapa de reflexión sobre cuán rápida es esa velocidad y hoy hasta a los que van delante las agencias regulatorias están dándole un seguimiento muy controlado a la seguridad del producto.

La COVID-19, considerada el mayor desafío sanitario de la humanidad en el último siglo, mantiene de rodillas al mundo, ¿qué retos y cosechas ha dejado para la ciencia?

“Entre los retos fundamentales que ha tenido la ciencia se encuentran aprender, primero, el manejo de la enfermedad con los pacientes porque es una enfermedad bastante compleja como se ha explicado. Esto es para los clínicos, para los médicos. Después, el desarrollo de medicamentos para el tratamiento en los diferentes grados de la enfermedad, que es de los investigadores y de la industria biofarmacéutica e incluyó el reposicionamiento de cara a la COVID-19 de terapias ya existentes para otras patologías.

Creo que el tercer reto importante es lograr una vacuna segura y efectiva en momentos de pandemia. No solo es hacerla rápido, sino aplicarla en tiempos de pandemia, hacer al sistema inmune reaccionar lo más rápido posible y mantener esa protección el mayor tiempo posible. Son preguntas no respondidas hasta el momento, son retos que tiene la ciencia.

En cuanto a las cosechas, ha sido una acumulación brutal de conocimientos acerca del tema, en muy poco tiempo, y además su rápida difusión. Están incluso los preprints, esos artículos científicos que salen antes de que los revise un panel de expertos; todas las revistas volcadas a poner la información que vaya saliendo lo más expedita posible a disposición de la comunidad científica.

En el caso de Cuba, además, la fortaleza que nos ha dejado es la unidad, hemos aprendido a trabajar más unidos de lo que estábamos antes, entre instituciones, tanto de Salud Pública como de BioCubaFarma, y eso ha potenciado las capacidades de cada uno. Por otra parte, se ha puesto de manifiesto el compromiso que tienen todos los compañeros involucrados con la salud de nuestro pueblo. Y la confianza en lo que pueda hacer la ciencia cubana es un compromiso. No podemos estar menos que a la altura del momento.  

¿Cómo una guajira trinitaria logra desenvolverse en podios internacionales de tú a tú, por ejemplo, con el representante del grupo Sartorius, un proveedor internacional que solo en 2019 obtuvo ingresos superiores a los 1 800 millones de euros?

Es difícil, soy por lo general bastante tímida y me cuesta. No soy muy buena expresándome, pero la vida me ha llevado a esto, que a lo mejor yo no lo hubiera escogido si hubiera tenido la oportunidad. Aunque cuando uno está respaldado por un trabajo en equipo y un prestigio que no es personal, sino de la industria y de la ciencia cubana, tiene confianza en expresar eso que ya tiene solidez. Siempre me intimida y tengo que ensayarlo antes de pararme delante del auditorio, sobre todo cuando es en inglés, pero uno no tiene más remedio que hacerlo porque, además, es importante.

Yo lo veo más que como una cuestión personal. Creo que a Cuba han tratado de silenciarla siempre y las cosas buenas que nosotros tenemos hay que decirlas porque la gente no las conoce. Ahí es donde uno hace un esfuerzo, no por uno mismo, sino porque se conozca lo que, desde esta isla chiquitica, bloqueada y con mil problemas, tratamos de hacer todos los días.

¿Cuánto de trinitaria y espirituana sobrevive en Tammy Boggiano?, ¿nunca siente nostalgia por el bullicio turístico del Centro Histórico o la playa Ancón?

Creo que bastante, cada vez que tengo un chance voy a Trinidad. Ahora con la COVID-19, que llevo un año sin ir, me siento mal. Voy normalmente al menos tres veces al año a pasarme unos días allá y sí, yo creo que siempre va a estar esa trinitaria y esa espirituana dentro de mí. Eso no se acaba viva una donde viva. Siento mucha nostalgia, pero más bien de la Trinidad de mi niñez, tranquila, silenciosa. A veces cuando voy tiendo a caminar por los lugares donde no hay mucho bullicio, que ya quedan pocos realmente.  

¿Cuáles mañas emplea para sembrar y cultivar su familia una mujer científica que pasa años trabajando en el extranjero o vive y muere pendiente del conocimiento?

 Es complicado. El tiempo más grande que pasé en el extranjero, en China, por suerte fue con la familia. Teníamos lo bueno de estar juntos, pero fue un sacrificio para mis hijos porque los puse de pronto en un ambiente totalmente ajeno. Mi hija de dos años la tuve que dejar al cuidado de una china y mi hijo ponerlo en una escuela donde estaba rodeado de chinos, sin él saber nada de ese idioma. Tuvieron que aprender un poco a lo salvaje. Lo que pasa es que los niños se adaptan muy fácilmente. Hay todavía deudas que siento que tengo con ellos o con mis padres, de cosas que a lo mejor pude haber hecho y no tuve tiempo. Pienso que las pueda pagar con mis nietos, si la vida me da la oportunidad.

Hay sacrificios que hay que hacer, pero he tratado siempre de estar para apoyarlos y tratar de llevar la parte familiar, junto con la parte profesional. Mi esposo normalmente está más complicado que yo y a mí me ha tocado la parte doméstica. Tratar de simultanear las dos cosas es bastante difícil.

Actualmente mi hija tiene 16 años, va a empezar onceno grado en la Vocacional Lenin, y el varón ya tiene 21, está estudiando Farmacia. Mis padres son ancianos. Hace un año los tuve que traer para La Habana porque están con serios problemas de salud y fue otra tarea más de la lista que tengo diaria a cumplir. Siempre tienes que dar un poquito más, tratar de organizarte lo mejor posible. Yo no soy muy organizada, pero he tratado en este tiempo de organizarme para tratar de llevar a cabo todo. Vamos a ver si lo logro.

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