viernes, noviembre 22El Sonido de la Comunidad
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Ni fosas comunes ni cementerios alternativos en Sancti Spíritus.

En medio de las mayores tensiones que hayan vivido nunca, los servicios necrológicos de Sancti Spíritus se suben la manga al codo, en jornadas de 24 horas, para garantizar sepultura digna a los muertos.

Nunca antes tuvieron un turno específico para la noche, ya que los entierros se enmarcaban, casi en su totalidad, en la parte del día en que alumbraba el sol. Pero el alza en el número de fallecidos durante los meses de julio y agosto obligó a modificar las rutinas y ha habido noches de dar sepultura a seis cadáveres, en medio de un trajín inusual en que hasta las luces de los teléfonos móviles han ayudado a sortear obstáculos.

Marcado por el ritmo de la COVID-19, cuyo tono fatídico envuelve a la provincia desde hace semanas, el cementerio de la ciudad de Sancti Spíritus, el de mayor actividad, enfrenta un desafío sin precedentes. Pero, a pesar del criterio enraizado en no pocos de que allí no quedaba ya capacidad para nadie más, cada vez han aparecido los sitios donde colocar a los difuntos y ningún enterramiento ha sido postergado de un día para otro.

Nilo Reyes Moya, director municipal de Servicios Comunales, es categórico al afirmar: “El cementerio no ha colapsado, ni antes ni ahora; solo ha habido un mal manejo del terreno y de las posibilidades allí”. Y luego de recordar que existen en la cabecera provincial otros cinco camposantos con vida útil, enclavados en Banao, Pojabo, Paredes, Guasimal y Tunas de Zaza, acude a algunos números: en julio del 2019 allí se realizaron 107 enterramientos, en tanto en ese mismo mes del presente año se precisó utilizar 226 sepulturas.

Según expone, había en dicha instalación un alto número de restos óseos que era posible exhumar, pero no se hacía. Tal y como se reflejaba en un trabajo anterior de Escambray sobre este mismo tema, Taguasco era un ejemplo en cuanto a previsión y sistematicidad para garantizar que las inhumaciones fluyeran sin tropiezos, y esa es, afirman las autoridades del sector en la provincia, la estrategia que se sigue ahora en todos los municipios.

“Todavía hay días en que, a pesar de lo que estamos haciendo, nos vemos apretados para exhumar; por desgracia, están falleciendo más personas ahora que en años anteriores. Pero tenemos las sepulturas que se precisa utilizar”, apunta Nilo.

A diferencia de lo que indicaban los protocolos hasta el 20 de agosto pasado, actualmente se establece que el destino final del cadáver, cuando está la COVID-19 de por medio, puede ser similar al de cualquier otro enterramiento. “Al principio se hablaba de 5 metros de profundidad, porque se usaba el protocolo del cólera. Este no lleva nada más que la bolsa de nailon con zíper, proporcionada por Salud, y el entierro directo, sin velatorio. Hasta la mencionada fecha todos se sepultaban en tierra, una práctica que se utiliza en cualquier parte del mundo, pero ahora puede ser también en bóveda”, detalla Raúl Navarro, director provincial de Servicios Comunales.

Sin embargo, la realidad del emblemático cementerio espirituano refleja solo una parte de la tragedia que hoy se vive en este territorio: en los primeros siete días de este mes —hasta las 7:00 a.m. del martes 7 de septiembre— en la provincia habían fallecido 288 personas, con un promedio diario por encima de 41. Al cierre de agosto del 2020 las muertes registradas eran 3 202 (8.7 diarias), y en el mismo período del presente año ascendían a 4 199 (17 en cada jornada, como promedio); casi la mitad correspondieron a la cabecera provincial.

UN MECANISMO CUIDADOSAMENTE ENGRANADO

De acuerdo con los argumentos de quienes dirigen la actividad, no se han presentado cuellos de botella que obliguen a asumir los enterramientos de un municipio en un camposanto perteneciente a otro. Eso ha costado el desvelo de hombres y mujeres que día tras día ponen sus vidas al servicio de la misión que les tocó en suerte, no sin la cooperación de sus respectivas familias, en las que en ocasiones han tenido enfermos por SARS-CoV-2. Algunos de ellos también han enfermado por cuenta del virus.

“Hemos cerrado la noche con varios entierros y a la mañana siguiente estamos aquí, puntuales como siempre”, declara Emilia Santana (Mimi), técnica en Gestión Documental del cementerio de Kilo-12. Para ilustrar el nivel de actividad, pasado el mediodía del lunes 6 de septiembre confirmaba la realización de 12 entierros, a los que se sumarían otros seis, tras el velatorio, y tres casos de muertes asociadas a la pandemia, cuyos restos fúnebres ya se encontraban en la morgue.

Tatiana León, joven oficinista de la funeraria que actualmente funge como administradora, se las ha arreglado para lidiar con sus dos hijos pequeños, los padres ancianos y el trabajo, sin que este último salga perjudicado. “Lo hemos logrado con bastante esfuerzo. Esto lo mismo se llena en un momento que se vacía enseguida”, aseguraba el día de nuestra visita, cuando velaba tanto por el funcionamiento del local —totalmente renovado y con una imagen acogedora, gracias a una reparación capital que concluyó en marzo—, como por la recogida de un carro fúnebre declarado “de alta técnica” a punto del mediodía, luego de cinco años sin prestar servicios.

Es cierto: las cosas no funcionan como en un reloj suizo. A veces se presentan contratiempos que todos quisieran evitar, porque conocen de sobra lo doloroso del asunto. Es el caso de las esperas de los vehículos para el traslado de cadáveres, mientras se gestiona y redacta el certificado de defunción, y entonces otros servicios se retrasan. Así le sucedió a una espirituana residente en la barriada de Colón, quien pidió omitir su nombre en la prensa, cuando esperaba por el traslado, desde el hospital, del cuerpo de una tía fallecida el 30 de julio. “Ese día hubo 16 muertos, y ni el carro fúnebre ni el féretro estuvieron disponibles en el momento, aunque llegaron horas después”, contó, compungida.

Jornadas verdaderamente épicas se viven al interior del engranaje. A juzgar por los registros del centro, en el mayor cementerio espirituano se realizó en el pasado mes de julio cerca del triple de los sepelios en relación con igual período del año anterior, y en agosto el número (206) se fue muy por encima de los 111 del mismo lapso correspondiente al 2020.

Días atrás había identificadas allí, además de las exhumaciones de turno, que se imponen pasados los dos años de haber inhumado, otras 363 posibles, con las que se procedería en aras de liberar capacidades.

“Antes de exhumar de oficio siempre se dan tres avisos, contando el inicial, en la fecha del entierro, pero aun así hay personas que siguen sin acudir para acompañar ese momento. Es importante hacer un llamado para que se entienda la necesidad de colaboración de las familias en situaciones como esta”, insiste Luis Nazco, subdirector general.

Cementerio adentro, hay concebida una estrategia para liberar sitios, en aras de dar cabida a cuanto fallecido haya incluso en el peor de los escenarios. Tienen montado, afirma Reyes Moya, un plan perspectivo hasta el 2030, que comprende tanto nuevas construcciones como demoliciones de áreas donde ahora existen nichos, recientes o antiguos, ya que no siempre fueron hechos con el debido rigor o la estética que ameritan, o porque se han deteriorado con el tiempo. También se proponen un ordenamiento general, y han puesto el empeño en dignificar las sepulturas que corresponden a la pandemia, concentradas en un área donde han ido colocando piedras pintadas de blanco alrededor de los sepulcros.

“Si un tiempo atrás la vida útil del cementerio fue, de acuerdo con un estudio realizado, de 10 años, hoy se estima que puede ser hasta de 50, con un manejo adecuado de las posibilidades allí”, expone el directivo.

Raúl Navarro, por su parte, se adelanta a la duda que pudiera surgir de algunas publicaciones malintencionadas, dirigidas a desprestigiar los esfuerzos del país en cualquiera de sus provincias: “En Sancti Spíritus no tenemos ni fosas comunes ni cementerios paralelos o alternativos. No creemos que se precisen, por difícil que sea la situación; no vamos a recurrir a esa variante”.

Y como muestra de cuánto se hace para mejorar el panorama, a la vista de quienes visitan la necrópolis está el área donde en mayo pasado comenzaron a levantarse nuevas capacidades, de las cuales ya hay disponibles, listas para ser utilizadas, unas 90 de las llamadas gavetas.

Ahora mismo se trabaja en la construcción de 850 plazas más, y hay levantados 600 nichos. En lo que resta del año otros 1 250 nichos deberán quedar concluidos, explica Nilo, para el traslado hacia allí de los restos óseos. Una brigada de hombres de la Cooperativa No Agropecuaria Sasha asumía el encargo, al levantar baterías de nichos con cinco pisos cada una. Es todo un cronograma que constituye prioridad para las autoridades del territorio, que han auspiciado y acompañado cada esfuerzo.

GARANTÍA DE FÉRETROS, CARROS FÚNEBRES

En la fábrica de ataúdes de la provincia todo es ruido y movimiento en cualquiera de los días que corren. Cúmulos de madera serrada se observan a un lado, y en el área central, las cajas fúnebres toman forma y son forradas con las telas de rigor.

Jaime Cabrera, director de la Empresa Municipal de Producciones Varias, alude al incremento de las producciones a partir del alto número de fallecimientos que tienen lugar por estos meses. “Casi se ha triplicado la producción, por lo que hemos acudido a variantes y abrimos una línea de fabricación de ataúdes en la carpintería Gilberto Zequeira, de la calle Garaita”, detalla.

También significa que se han garantizado todas las materias primas necesarias: madera, tejido, cristal; en el primero de los casos por parte de la Empresa Forestal Sancti Spíritus, y en los demás, desde La Habana. Son, de conjunto, cerca de 40 trabajadores; todos trabajan horas adicionales, a veces hasta bien entrada la noche.

“Antes el promedio por jornada era de entre 13 y 15 ataúdes, en estos momentos se están sobrepasando los 40 y aspiramos a fabricar más, debido a la necesidad. Nos hemos visto apretados, pero se ha resuelto trabajando hasta tarde, siempre procuramos dejar la noche garantizada y hay días en que no amanece ninguno; son para todos los municipios”, ilustra.

Si otro eslabón resulta importante en esta cadena son los vehículos para brindar el servicio, de los cuales cuentan con 20, pero no todos en condiciones de circular normalmente. Escambray conoció la explicación sobre los inconvenientes que afectaban a los cinco medios automotores afectados, incluso departió con mecánicos que asumían los arreglos.

Rayaba el mediodía cuando, en el área de chapistería y pintura de la Empresa Integral de Servicios Automotores de la provincia, el equipo de prensa asistía a la entrega de uno de los medios que, tras un quinquenio sin trabajar, ese día entraba en funcionamiento.

Osmar Torres Martín, director de la entidad, perteneciente al Ministerio de Industrias, confirmó que allí se atienden varios programas priorizados, entre ellos el de los Servicios Necrológicos, y mostró satisfacción por que su colectivo pueda contribuir a mejorar una labor tan sensible en cualquier momento, pero sobre todo en las circunstancias actuales.

EPÍLOGO

Duros son los días y las noches en la provincia desde hace semanas. Nadie, absolutamente nadie quiso pasar por esto, pero queda el consuelo de que las vivencias de hoy dejan su aprendizaje. “Esta desgracia de la COVID-19 nos ha obligado a organizarnos mejor, a engranar los mecanismos y estrechar los lazos entre todos”, asegura Raúl Navarro con un asomo de pesadumbre en los ojos.

Mientras lo confiesa al medio de prensa, otros dolientes lloran la pérdida de sus respectivos familiares. En los cementerios y funerarias, con los rostros cubiertos de un dolor inusual, grupos de trabajadores alistan condiciones para acoger a nuevos difuntos, que en la posteridad pasarán a la historia, en muchos casos, como las víctimas de la peor pandemia que haya vivido Cuba.

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