sábado, noviembre 23El Sonido de la Comunidad
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No es hora de olvidar la mascarilla

Por: Lillipsy Bello Cancio

“El uso generalizado de mascarillas entre la población podría reducir la transmisión de COVID-19 a niveles controlables y evitar nuevas olas de la enfermedad pandémica”, es una verdad de Perogrullo que todos repiten pero que no pocos irrespetan, sobre todo si tomamos en cuenta que en la medida que el país se ha ido recuperando, las regulaciones se han flexibilizado y casi todo el mundo se ha relajado a tal punto que tal pareciera que el SARS- COV 2 ha desaparecido de la faz de la tierra.

 ¡Lamentable! Porque nada más lejos de la realidad que la feliz, aunque aún lejana idea, de que la COVID 19 es historia, y si no, miremos hacia el poderoso Estados Unidos, el gigante suramericano o mucho más cerquita: pensemos en habaneros y artemiseños, quienes han venido a “enredar esto”, como escuchamos muy comúnmente… ¡cómo si nosotros no hiciéramos lo mismo que ellos!

Sí, porque que me diga quién no ha presenciado la escena en la que algún pasajero, ya sea que se monta en un ómnibus hacia Sancti- Spiritus, una máquina para Placetas o un coche con destino al Oro Negro, no se da por enterado de que en dicho lugares hay que usar el nasobuco, más aún si se trata de un adulto mayor, un niño o una embarazada… esos sin contar los que en el otro extremo anuncian el uso obligatorio de la mascarilla, a la usanza de la etapa más crítica de la enfermedad.

 Y en este punto hay quien puede pensar que se trata, otra vez de ese espíritu de contradicción que muchos le han endilgado a los de esta tierra pues, al principio de esta pandemia prácticamente hubo que obligar a los cubanos a usar el nasobuco… ¡y ahora, en la tercera fase, cuando es opcional, se rumora que será obligatorio y usted se encuentra en la calle que hay quien hasta lo advierte en tono casi confidencial, como quien le hace una proposición indecorosa, que le pueden poner una multa por no llevarlo!                                                                                              

Yo, por mi parte, prefiero pensar que se ha ganado la batalla de la conciencia, al menos en la generalidad, o que la información ofrecida y el más de medio millón de muertos que ha originado el SARS- COV 2 en el mundo ha sensibilizado la mayoría o que de alguna manera han comprendido que la INTERNET no se reduce a las redes sociales y han accedido al estudio británico, por ejemplo, según el cual los confinamientos por sí solos no detendrán el resurgimiento del nuevo coronavirus, sino que tendrán que combinarse con las mascarillas (caseras incluso) para poder reducir drásticamente los índices de transmisión.

Y el caso es que dicha investigación concluyó que si la gente usa mascarillas cuando está en público, es dos veces más eficaz para reducir la propagación de COVID-19 a un número R inferior a 1,0., que si esos protectores se utilizan solo después de que aparecen los síntomas de la enfermedad.

Es, entonces, necesario el nasobuco porque nunca se sabe quién tiene el virus y sobretodo, por la cantidad de asintomáticos que hay en el país. La mascarilla es obligatoria para el personal en la salud y dicha prenda deberá proteger hasta la nariz, porque por esa zona también puede penetrar el agente patógeno, según ha indicado el máximo responsable de la Higiene y la Epidemiología en la mayor de las Antillas, el ya muy querido por todas las familias cubanas: el Doctor Francisco Durán García.

Por lo tanto, el tapaboca se trata de una molestia menor que ayuda a reducir los niveles de infección del nuevo coronavirus… hace mucho calor, es cierto, pero aquí es mejor pecar por exceso… de cualquier forma, en los espacios cerrados, donde el distanciamiento no se posible, úselo, no se resista más, que el efecto es el del dominó que nos enseñaron nuestros abuelos, ese en el que poníamos en fila todas las fichas y disfrutábamos ver cómo todas caían simétricamente… ahora, una pregunta: ¿acaso cree que disfrutaría igual ver caer de la misma manera a toda su familia?… como diría el colega…. Saque usted sus propias conclusiones

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