Por: Osbel Ramón Díaz Mondeja
Cuando abordé el ómnibus urbano en su nueva ruta y viajé junto al chofer dando una vuelta completa para conocer cómo periodista cada parada y detalle del recorrido para poder transmitir a mis coterráneos la veracidad del suceso, confieso que me emocioné.
Durante el trayecto conversé con cuánto pasajero subió para conocer sus criterios y luego cuando publiqué en mi sitio digital la noticia me percato de la misma expresión o preocupación de todos.
-¡Ojalá, dure!
-¡Que se mantenga!
Yo me sumo también a los que quisieran que nunca se perdiera está opción de transporte y mis razones, más allá de beneficiado o periodista las expongo con esta publicación.
Cuando vine al mundo mis primeros días y años de vida los viví encima de una guagua local porque precisamente mi padre Ramón Díaz Rojas, (Mongo como le conocían) junto a Justo y Acasio Batista trabajaron en este servicio en Cabaiguán desde el año 1971.
Unido al beneficio humano y económico de los pobladores, está la tradición de un pueblo que nunca olvida a sus guaguas locales.
Las carencias económicas son una realidad pero sería bueno mirar la historia de un pueblo agradecido como Cabaiguán que vio con beneplácito al transporte urbano como un elemento de ciudad que puede mantenerse.
Quizás no sea el total de rutas de antaño pero al menos ésta u otra debiera perdurar en el tiempo.
Las fotos que acompañan este trabajo son del primer día de aquel año 1971 cuando en la hoy Central de Trabajadores de Cuba en el territorio, frente al paseo, la ciudadanía de Cabaiguán fue a presenciar la entrega de las llaves de aquellos antiguos ómnibus a sus tres primeros choferes, donde el pueblo en masa dio el recorrido inicial en sus guaguas locales.
Por ahora, cuando transitaba frente a la tienda El Mercantil (antigua terminal) por un momento sentí que Justo, Acasio y mi padre compartían ese viaje.
Recobrar la confianza en que perdurará y volver a utilizar este medio de transporte así como las autoridades se empeñen en mantenerlo y perfeccionar su uso es un homenaje más que a un familiar a hombres que dieron su vida tras un timón por un beneficio social.
En honor a su memoria y a muchos más que continuaron después sería un verdadero ordenamiento de una tradición que existió y debe perdurar.
