viernes, noviembre 22El Sonido de la Comunidad

Pilón de madera: añeja tradición campesina

Por Daisy Pilar Martín Ciriano

Hoy, en nuestra vida llena de modernidades, resulta sorprendente dirigir una mirada hacia los instrumentos que utilizaba el campesino cubano en sus viviendas y para su trabajo.

En este caso hay que mencionar al porrón de agua, con un frescor increíble que hace recordar el agua de los manantiales, el machete y el garabato, tan útiles en la chapea y desmonte y otros cientos de implementos que yacen por los rincones. También en este caso excepcional se encuentra el pilón de madera, tan añejo que no ha dejado descendencia, ya que el agricultor moderno usa nuevas variantes que le garantizan una mejor trituración de los granos.

El pilón es elaborado a partir de un grueso tronco de madera, preferentemente de algarrobo y requiere un minucioso proceso de construcción. Todo comienza con la apertura de un agujero profundo en la parte superior para introducir un tizón encendido que poco a poco va aumentando el agujero del interior, después el hombre con una trincha u otro objeto de punta afilada, redondea de mayor a menor el interior del madero, logrando la forma deseada, ya sea con base más estrecha que el borde superior o con en estrechamiento en el centro de la pieza.

El pilón está acompañado de dos mazas o manos de pilón con las que se ejecuta la acción de pilar,  ya sea arroz o café. Este proceso se puede desarrollar entre dos personas que propinan mazazos a los granos hasta separarlos de las cáscaras.

La estructura del pilón adquiere diferentes formas exteriores, todo liso, imitando un tronco, con borde ancho, representado una base en la parte inferior o simplemente con una disminución de su anchura en la parte central, y otros diseños según la idea de su creador.

En la actualidad las máquinas modernas han sustituido el trabajo de descascarar el arroz, pero los cosecheros de café y otros que lo consumen, aún continúan usando el tradicional pilón para limpiar el grano y convertirlo en polvo después de tostado.

A más de un siglo de la aparición de este elemento agrario se aprecia que el tiempo transcurrido sólo ha conseguido agrietar su corteza y ensanchar su centro, pero no su total desaparición.

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